sábado, 2 de marzo de 2013

Bordes claros

 Por Daniel Link para Perfil

Aunque en el horizonte último de nuestras esperanzas y como marco de nuestras intervenciones situemos a la desclasificiación (proceso de disolución de las clases y las categorías, de los límites y las jerarquías), no se puede ignorar que las “clases”, como instrumentos analíticos, pero también como espacios de reconocimiento, operan como una pesadilla en el cerebro de los vivos. Es por eso que nos apasiona analizarlas (la semiología es iconoclasta).

Noches atrás, cuando visitábamos a unos amigos cuya hija acababa de cumplir un año, recordé viejas épocas, cuando ellos “todavía no estaban embarazados”. El varón respondió airado que la embarazada había sido ella, de ningún modo él. Cómo explicarle su error: el embarazo es algo más que la implantación y gestación del embrión humano en un útero hospitalario.

Recordé la brillante columna “Cargar nafta”, donde Pedro Mairal proponía una regla de clase: la clase de las mujeres no se baja del auto al cargar nafta; la de los hombres, sí. La regla establecía una diferencia entre dos clases mal definidas y correlacionaba no el género sino la portación de genitalia con determinados comportamientos. “Es de macho bajarse”, agregaba Mairal incluyendo en la demostración del imaginario heterosexista (a lo que su columna apuntaba) un lugar zoológico, el lugar alfa en la manada (“lo dirigimos con la mirada”). “Pareciera que los hombres quieren evitar la pasividad” de “decir «llename el tanque»”, concluía Mairal, haciendo volar por los aires con cierta elegancia el sistema clasificatorio en el que fundaba su intervención.

Por cierto, Mairal comprobó que no todas las mujeres se quedan en el auto (lo que anula la regla) y yo, por mi lado (que sólo me bajo para ir al cajero), que casi ninguna mujer dice «llename el tanque».
“Pasivo/ Activo” (lo sufrió Cortázar) no son rasgos semánticos que puedan aplicarse unilateralmente a un sistema categorial tan rígido (tan ambiguo, y tan sin sentido) como el de “Hombres/ Mujeres”. Muchos (¿o pocos?: varios) expendedores de combustibles (policías, mecánicos de auto, o barrabravas —reviso mi fichero) están dispuestos a obrar activamente para que les llenen el tanque. Excluirlos de la clase “hombres” por esa razón, obliga, al mismo tiempo, a revisar enteramente el sistema profesional asociado con la masculinidad, cosa que ya ha sido hecha.

Como, de todos modos, soy un apasionado de las reglas, propongo a Mairal otras dos para su analítica: 1) el hétero usa tarjeta de débito, 2) el hétero gusta de la luz de tubo o reflector.

 

4 comentarios:

Mary Poppins dijo...

Link: Hasta que no hayas germinando y cargado con este cuerpo extraño en tu vientre durante nada mas que 9! Meses y lo hayas expulsado de tu cuerpo por solo unos centimetros, no me digas EVER, que es lo mismo.
Simpaticamente

Anónimo dijo...

Para cargar gas uno está obligado a bajarse.¿Es traumático para el pasivo tener un auto a gas?

Si no se baja para que le pongan nafta pero se queda para que le limpien el parabrizas ¿Es versatil?

¿Y si el dueño aprieta un botón para que se abra la tapa del tanque desde adentro del auto?

No creo haber visto a un camionero que no se baje para cargar el tanque.

Habría que ver los casos en los que una persona tiene un auto usado y si cambia su comportamiento.

Lo que está claro es que todos los autos son pasivos así que la verdadera versión de Transformers sería mas bien una comedia musical.


Diego dijo...

Hace unos años estaba este blog, que era una maravilla describiendo aquello que es de puto y no puto: http://www.esdeputo.blogspot.com.ar/

Abrazo.

Anónimo dijo...

ay qué times, and cómo goes by!

http://www.youtube.com/watch?v=ixHujoSAC3k