miércoles, 4 de julio de 2007

Ritual

En las grandes estéticas teatrales del siglo XX se presupone al teatro como espectáculo y es en relación con el espectáculo que su eficacia se mide: la pedagogización de las masas soñada por Brecht reposa en una confianza crítica del placer teatral, sobre el cual Bert no cesó de reflexionar en sus cuadernos.
El espectáculo teatral puede entenderse de tres maneras diferentes: 1) el teatro es un ritual, es un espectáculo de un ritual o un ritual del espectáculo (una línea que abreva en Nietzsche y que encuentra a su profeta en Artaud). 2) El teatro es pedagogía (Brecht, pero también Genet y Sartre piensan de ese modo). 3) El teatro es diversión: una vez más, Brecht (para quien parece no haber límites ni especificidades), pero también el teatro "comercial", el teatro de boulevard, el bodriovil.
Pensado como ritual, el teatro propone una experiencia sin mediación (hipótesis típicamente vanguardista, de Artaud hasta el happening) que, por eso mismo, incorpora al público como material. Santiago Giralt, que piensa cada función teatral como una fiesta, ha escrito sobre la última representación de El amor en los tiempos del dengue:

"Supongo que los años de experiencia permiten la reproducción fiel de un estado de cosas y las variaciones de cada día son controladas dentro de un límite variable pero preciso. En El dengue ese límite está siempre corrido, cada función se lanza al riesgo, a la posibilidad de que se corra hacia un lugar inusitado. En cada función de teatro de cada sala de Buenos Aires, el momento previo a salir implica la posibilidad de que todo no salga. En El dengue esta propuesta, desde la dirección y el texto, está llevada al extremo."

Cuando Peter Brook se refiere al teatro mortal, sagrado, tosco, inmediato, en algún sentido está interrogando de otra manera el mismo problema, subrayando una particular tensión entre arte y cultura. El teatro tosco, relacionado con el teatro popular (y que involucra, por lo tanto, una cierta pedagogía y una cierta diversión) es un teatro que no respeta regla alguna, porque no las conoce: un teatro construido al margen no sólo de las preceptivas sino de los rituales más consensuados de la práctica teatral. Un ritual comunitario completamente exterior a los cánones del arte, que atraviesa las clases, los estilos y las maneras de lo bien fait. Hay que sacar al teatro de la encerrona de las capillitas. Hay que devolverle el teatro al pueblo.

(anterior)

1 comentario:

Anónimo dijo...

sacarlo de las capillas, ok; pero no entiendo ¿que sería devolverlo al pueblo? además la frase sonó tan peronista, no se haga la evita, loca demagoga.