Me doy cuenta de que hasta ahora no he dicho mucho de mi mamá, salvo que está viva o, lo que es lo mismo, que cada tanto discutimos. La razón no es ningún pudor sino más bien la necesidad de ahorrarme escenas posteriores porque no puedo estar seguro de que alguna de sus amigas (más entrenadas en el uso de Internet) no esté siguiendo mis anotaciones y luego le transmita (debidamente modificados) mis dichos y pareceres. Ayer hablé por teléfono con ella (vive en las afueras de la ciudad de Buenos Aires, donde empieza la Pampa) y me contó que, tendiendo nuestra cama (de S. y mía, porque la casa es grande y tenemos habitación permanente), se cayó. Hoy fue al médico, que le confirmó lo que los dos sospechábamos: un huesito del pie, quebrado. Para mi desdicha, le prescribió reposo absoluto durante 20 días, lo que quiere decir que tendré que hacerme cargo de ella (y de su casa) durante ese tiempo. Hoy fui a buscar el auto, para ver cómo nos organizamos. Lo más sensato sería que se viniera a vivir con nosotros (¡la gatita Mía incluida!), pero ella se niega. De un modo o de otro (porque seguiré insistiendo en su mudanza), veo ante mí un futuro penoso que aceptaré con la alegría de los estoicos cuando se entregaban a la praemeditatio malorum.
Las tres gracias
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Mientras preparo un taller sobre el paso (siguiendo algunos motivos) de los
cuentos tradicionales, desde las lejanas cortes europeas a los libros que
hay...
Hace 2 semanas.
1 comentario:
Me doy cuenta de que hasta ahora no dicho mucho de mi mamá? ¿he? Ah, a taodos se nos escaapan esas cosas....
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