viernes, 19 de septiembre de 2008

El silencio de las sirenas

por Franz Kafka

Prueba de que también medios insuficientes y hasta pueriles pueden servir para la salvación:
Para guardarse de las sirenas, Odiseo se tapó los oídos con cera y se hizo encadenar al mástil. Algo semejante podrían, naturalmente, haber hecho desde tiempo antiguo los viajeros, con excepción de aquellos a quienes las sirenas atraían desde lejos, pero en el mundo entero se reconocía que ese recurso no podía servir para nada. El canto de las sirenas lo traspasaba todo, y la pasión de los seducidos habría hecho saltar prisiones más fuertes que mástiles y cadenas. Pero Odiseo no pensó en ello, si bien quizá algo habría llegado ya a sus oídos. Confiaba por completo en los trocitos de cera y en la atadura de las cadenas y con la inocente alegría que le ocasionaba su estratagema marchó al encuentro de las sirenas.
Pero éstas tienen un arma más terrible aún que el canto: su silencio. Aunque no ha sucedido, es quizá imaginable la posibilidad de que alguien se haya salvado de su canto, pero de su silencio ciertamente no. Ningún poder terreno puede resistir a la soberbia arrolladora generada por el sentimiento de haberlas vencido con las propias fuerzas.
Y, en efecto, al llegar Odiseo, no cantaron las cantantes poderosas; fuera porque creyesen que a aquel adversario sólo podía vencérselo con el silencio, o porque la contemplación de la felicidad reflejada en el rostro de Odiseo, que no pensaba sino en cera y cadenas, les hiciera olvidar todo canto.
Pero Odiseo, para expresarlo así, no oía su silencio, creía que cantaban y que sólo él se hallaba exento de oírlas. Fugazmente vio primero las curvas de sus cuellos, la respiración profunda, los ojos arrasados en lágrimas, los labios entreabiertos, pero creyó que esto pertenecía a las melodías que se alzaban, inaudibles, en torno de él. Mas pronto todo se deslizó fuera del campo de sus miradas puestas en la lejanía, las sirenas desaparecieron ante su resolución, y, precisamente cuando mas próximo estaba, ya no supo de esos seres nada más.
Ellas , empero –mas hermosas que nunca-, se erguían y contoneaban, las chorreantes cabelleras ondulando libremente al viento y las garras abiertas sobre las rocas. No querían ya seducir, sino solo apresar, mientras fuese posible, el fulgor de los grandes ojos de Odiseo.
De haber tenido conciencia, las sirenas habrían sido destruidas aquel día. Pero allí quedaron y sólo ocurrió que Odiseo escapó de entre sus manos.
Aquí, por lo demás, se transmitió un agregado. Se dice que Odiseo era tan rico en astucias, y tan zorruno, que las mismas deidades del destino no podían penetrar en lo más íntimo de su fuero interno. Aunque ello no sea ya concebible para el entendimiento humano, quizás notó realmente que las sirenas callaron, y opuso a sirenas y dioses, en cierta manera como escudo, el simulacro mencionado más arriba.

Traducción: Alejandro Ruiz Guiñazú


9 comentarios:

Mauricio dijo...

Daniel:
¿Viste el video de Halperin?
Saludos,
M

www.biobliotecasarmiento.org

Anónimo dijo...

Hermoso texto! Una recomendación para el finde, la peli: Hedwig and the Angry Inch.La historia mas linda de un cantante transexual en el mundo del rock. La música un deleite aparte. Saludos!

guillo dijo...

El silencio de las sirenas nos deja sin palabras para leer... guillermo

Anónimo dijo...

De las respuestas a algunas preguntas, ayer, en Córdoba, quedó la impresión de que la técnología, o el soporte, en este caso el blog, es transparente a las prácticas, ya sea de la lectura, de la escritura, o del juego de la ficción misma. Pero me parece que no es esa realmente tu opinión. Por supuesto que no hace al juego antiquísimo de la literatura, pero no podemos decir, por ejemplo, que la invención de la imprenta, no alteró nada.
Saludos

Linkillo: cosas mías dijo...

Es cierto que si se entendió que la tecnología es transparente a las prácticas me expresé mal. Es probable que la invención de la escritura (aún antes que la invención de la imprenta) haya significado una transformación radical (una transformación antropológica). Tal vez la imprenta no tenga un estatuto semejante, como tampoco lo tienen las tecnologías de publicación online, pero sin lugar a dudas se trata de dispositivos y, en tanto tales, ninguna transparencia. Más bien todo lo contrario. Ahora bien, que se trate de dispositivos no implica inmediatamente una transformación, porque esos dispositivos se inscriben en un combate generalizado entre los hombres y los signos. Habrá, naturalmente, zonas de vanguardia y zonas de retaguardia en relación con las nuevas tecnologías e, incluso, zonas de retaguardia de la vanguardia (Roland Barthes): "ser de vanguardia significa saber qué es lo que está muerto, ser de retaguardia significa amarlo todavía".
Saludos

Damián Bacalov dijo...

Tengo algunos problemas/preguntas con esta traducción. Según creo, Odiseo se encadenó al mástil pero obligó a la tripulación a ponerse cera en los oídos, no a él. Justamente el quería escuchar a las sirenas pero resistir el impulso de ir a ellas. Por otra parte, no me gusta que use, en el mismo artículo, el nombre Ulises y Odiseo.

Anónimo dijo...

Quizá como tengo la frustración de que la vanguardia, lo que aún consideraba vanguardia cuando 'aprendí' a leer, hays sido subsumida a una estética del consumo; de su herramienta eficaz, la publicidad, principalmente (Dalí podría hacer una publicidad de Gancia y venderla muy bien, de hecho, acerca de cómo vender, sabía)es que ya no me interese hablar en estos términos. Sí estoy alerta, o me interesan, los cambios. Recuerdo una sentencia que ahora seguramente suene atemporal, aunque esté a la vuelta, que decía que el medio es el mensaje.
Hace unos cuantos años, estaba reunido en casa de un escritor amigo; su hija adolescente cambiaba y cambiaba el canal de cable, pasaba de una película a otra, y a otra, y volvía a la primera, y así. En algún momento le pregunté cómo carajos hacía para entender algo. Me respondió que las películas esas que veía, se repiten en la programación del mes, hasta 3 veces, y que ella ya había visto unas cuantas partes de cada una, lo qaue hacía ahora era completar los huecos que había dejado...
El jueves, mientras hablabas, me vino este recuerdo, y también tuve en cuenta las épocas en las que llegué a tener tres o cuatro libros que leía, casi, del mismo modo que esa chica veía películas. Los medios modifican las prácticas, lo que no implica, y ahí estoy en total acuerdo con vos Daniel, que el juego de la ficción (si queremos hacerlo más amplio)no flaquea, no se debilita, se transforma. A cada maestrita horrorizada de que los chicos no leen, hay que contestarles que no es verdad, lo hacen de otro modo, con otros medios. Simplemente tienen que estar alertas a cómo se modifican las prácticas, y se darán cuenta.
Un abrazo.

Anónimo dijo...

Yo soy de retaguardia!!!
Por una indiscreta malversación del destino, la modernidad y todos sus parias (terminando por Adorno, empezando por Brecht)no han hecho otra cosa más que matarnos el precioso objeto de la vida en el arte, al punto tal de que los caminos resbaladizos del sentido se han vuelto pura melancolía. Lo que está muerto se resucita para que venga a decirnos lo que queremos que nos diga. Vida y muerte son dos polos de una categorización perimida. En todo caso, hay vida después de la muerte.
Saludos.
J

Linkillo: cosas mías dijo...

Damián: la versión de Kafka no tiene por qué coincidir con el texto homérico. Es necesario a los fines de Kafka que el tarado de Odiseo se haya tapado los oídos también él.
En cuanto a los nombres: Ruiz Guiñazú traduce Odiseo por Ulises. Al transcribir el texto quise corregirlo, pero se me escaparon algunos.
Saludos