domingo, 30 de septiembre de 2007

Tribal

Se me reprochaba que, el jueves, nos hubiéramos retirado de la fiesta de cumpleaños de Katja Alemann antes de su perfomance. Admití el error pero, al mismo tiempo, señalé que era un día de semana, que yo venía de una lectura pública en Casa Brandon y que, después de todo, habíamos ido colados a esa fiesta, de modo que poca era la responsabilidad que teníamos con la anfitriona.
Los amables reproches sucedían en un bello patio de Boedo, donde la tribu habíase congregado para homenajear a Juliana, de cumpleaños. Ya cantaban las calandrias, ya el cielo cedía su oscuro manto a una dichosa madrugada y también de allí nos fuimos, porque nada es peor que meterse en la cama de día, aunque la música de Dany Nijenson quisiera llevarnos una y otra vez a la pista, que era un fuego, un manojo único de deseos entreverados.
Esta vez, nadie me arrancó beso alguno, de modo que al regresar pudimos prescindir de las escenas domésticas y hoy mediodía nos despertamos con la guitarra de nuestro vecino, Polvorita, haciendo sus escalas de rigor: lo amamos, pero a veces sus ensayos tensan nuestro sistema neurológico.

sábado, 29 de septiembre de 2007

En fin...

Acá funciona una novelita por entregas de temática gay, burocráticamene escrita, y un poco previsible, pero quién sabe (tal vez me valga alguna entrada gratis a esos lugares a los que no iría salvo colado):

Así que íbamos con Nacho rumbo a la fiesta de Fer y Scotty. Íbamos en su auto. Porque Nacho tiene auto… y le encanta manejar y no se estresa nada. Nacho es perfecto. ¡O es chongo! Mi gaydar encendió sus luces de alerta. Después de todo, la única vez que lo había visto antes de aquella noche había sido en compañía de una rubia inoportuna. Traté de aclarar sutilmente esta duda cruel: “¿Y tu novia no se molestará por este cambio de planes?”, y mientras preguntaba me arrepentía de todas y de cada una de mis palabras. Nacho pareció no entender. “¿Novia? –preguntó y sonrió- Yo no tengo novia.” ¡Ajá! Algunas alarmas se apagaron, pero yo no estaba conforme. “Ah, como te vi con una rubia, en la disco”, insistí. “¿Ivana? Ella es una amiga”, aclaró.

Analepsis 7: Conversiones

Si no te lo dicen no hay modo de saberlo: en Venezuela usan corriente americana, de 110, mientras que nuestros aparatos (todos ellos) funcionan a 220, sistema europeo. Las computadoras, como tienen transformadores, de todos modos andan, pero los artefactos que carecen de ese adminículo no funcionan. A poco de llegar a Mérida, la batería de la cámara fotográfica que otrora me vi obligado a comprar dejó de alimentar mis fantasías de registro visual, lo que no me preocupó demasiado porque es una manía de los viajes que personalmente detesto. Poca cosa es lo que alcancé a fotografiar y, si lo entregué a la curiosidad de los paseantes de internet, fue para evitarme las descripciones pintoresquistas.
Lo que sí es un problema en Venezuela es el dinero. El cambio oficial dicta una conversión de dos mil y pico de bolívares por dólar, lo que constituye una ficción insostenible. En el mercado paralelo, el único accesible, no baja de 4.800 bolívares por dólar. Las cifras se convierten, mientras se espera la llegada del Bolívar fuerte, en millonarias, sin que sepa nunca uno bien si es mucho o poco lo que significan. Un paquete de cigarrillos cotiza entre 4.000 y 5.000 Bs. (según la marca, y el vendedor), una llamada a Buenos Aires de ocho minutos cuesta 16.000 Bs., el combo BigMac (de cuyo consumo me abstengo por principio, pero que es una unidad de cambio que conviene tener siempre en cuenta) se cotiza a 12.700 Bs. No parece haber demasiadas diferencias respecto de los precios argentinos, pero eso dependerá de la cotización a la que haya conseguido uno cambiar dinero, lo que vuelve totalmente inciertas las operaciones de compraventa.



Por supuesto, tanta preocupación por el dinero no hace sino revelar una de sus propiedades esenciales, su carácter completamente ficticio (e incluso, una ficción candorosa, diríamos: balzaciana, bien decimonónica, como los héroes que ilustran sus diferentes episodios).
Basta con observar detenidamente los bellos billetes que constituyen la moneda venezolana, con sus figuritas de otras épocas, sus batallas y sus desfiles de personajes más o menos célebres (Sucre, mucho más apetecible que nuestra gordísima Belgrano, pero no tanto como el románticamente cruel Juan Manuel de Rosas; Simón Rodríguez, con sus anteojitos de profesor buenísimo, etc.).
La leyenda dice, por ejemplo: "Dos mil bolívares pagaderos al portador en las oficinas del banco". Si me presentara al banco (¿pero cuál? ¿cualquiera? ¡No! Al Banco Central de Venezuela) con un billete de dos mil bolívares, el banco me entregaría... un billete de 2000 bolívares (y no, como hubiera sido previsible, tantas fracciones de hamburguesas, tantos cigarrillos, tantos gramos de pollo o res, tantos litros de petróleo o tantas pepitas de oro), y así hasta el infinito (lo que da un poco de vértigo). La ley de equivalencia monetaria no dice sino que la moneda vale por lo que dice valer, como si se tratara de una metafísica de la presencia y la nominación (la metafísica capitalista, claro).
Pero como la moneda no es sino un patrón de equivalencia, una abstracción en el fondo perversa, lo que se verifica es que el billete ha dejado de ser un "pagaré": no vale por tanto, sino que es eso que dice valer. Cuando hay una crisis monetaria lo que se ha perdido es la fe en esa palabra empeñada (en la performatividad del lenguaje capitalista), lo que resulta extremadamente curioso: en ese caso, el billete de 2000 bolívares habría dejado de ser 2000 bolívares: el ser aparece, en ese caso, hendido o perdido en un pliegue de significación.

En los actuales billetes argentinos, que son el resultado de varias crisis monetarias, la leyenda de equivalencia se ha perdido para siempre (no recuerdo en qué términos estuvo alguna vez formulada), no sea el caso de que a alguien se le ocurra presentarse al banco a reclamar quién sabe que. Por algo, en los dólares que atesoramos bajo los colchones se lee "In God we trust". Lo que se llama un auténtico "pagadios".
Supongo que en los futuros Bolívares fuertes, que quitarán tres ceros a la moneda (lo que volverá más fáciles pero no menos abstractas o perversas las operaciones de conversión), la leyenda maldita desaparecerá de escena.

viernes, 28 de septiembre de 2007

Analepsis 6: Propaganda chavista



Fotos: D. L.

Otra denuncia estremecedora

Robaron en la casa de Francis Ford Coppola
Entre otras cosas, se habrían llevado el guión de un film

"No hay película. Se llevaron todos mis archivos, mis recuerdos, todas mis cosas de los últimos 15 años. Es terrible."
La declaración corresponde a Francis Ford Coppola, tras enterarse del asalto que sufrió anteayer en sus oficinas de Palermo Soho, cuando cuatro delincuentes ingresaron para robar donde el cineasta también ha constituido su domicilio local.
El hecho ocurrió a las 22. Tres ladrones ingresaron en la vivienda de dos pisos, situada en Gorriti al 4700, al aprovechar que la puerta no estaba cerrada con llave, según relataron a LA NACION fuentes policiales.

jueves, 27 de septiembre de 2007

Redondilla amorosa


Leo Felipe Campos
Foto: D. L.


Si así tu amor me declaras,
amigo venezolano,
yo te tiendo firme mano,
te abrazo con algazara.

Exportaciones no tradicionales

hola amiqs,

¿Cómo va todo? ¡Hoy me pierdo brandon! Yo estoy acá, en Leicester y bastante instalada en casita nueva. Mi chico me recibió super. Con coca light con lima y muller rice increíbles. Ya conoci la universidad y me gusta. los viajes a london son agotadores.
tengo blog . no se cuanto durara pero estoy tan entusiasmada, un poquitin frenetica. les reitero la invitacion para cuando quieran venir, cuarto de huespedes super disponible y al final Leicester tiene su encanto.
muchos besos
c

Vestida de mar

Finalmente, actualizó Prometheus MDQ - Revista de Cultura.

Analepsis 5: San Sebastián

Es de rigor: cada vez que viajo vuelvo a casa con una estatuilla de San Sebastián para incrementar la colección del artista del momento, que acaba de vender dos fotos. En Mérida recorrí el previsible mercado principal (muy desabastecido, atiborrado de porquerías que ni el más desencaminado de los turistas podía llegar a confundir con artesanías), sin suerte. Angustiado (considero de mal agüero no poder conseguir lo que quiero), recorrí todas las santerías (pa' arriba y pa' abajo) de las que tuve noticias. No sólo no lo tenían, sino que ni siquiera lo conocían. En el Museo de Arte Colonial y Eclesiástico, no había ni siquiera modelo para una miserable foto.
Maldije la laicización de las sociedades y, sobre todo, el monoteísmo (Cristos dolientes y reinantes, vírgenes y madonnas tenían a patadas) y la new age (ángeles de pacotilla, de esos que realizan con materiales diversos las señoras del canal de cable Utilísima, había hasta el vómito, en todas partes).
No me quedé tranquilo hasta que Diómedes, uno de los organizadores de la Bienal de Literatura y muy versado en las necesidades del espíritu me prometió (y busqué testigos de su juramento) que iba a encargarle a sus amigos artesanos una "gloriosa" talla del mártir y que me la enviaría en cuanto estuviera lista, o en cuanto volviera él a Mérida, luego de atender no recuerdo bien qué compromisos académicos en Barcelona.
Ahora que lo pienso, la segunda parte de la promesa me inquieta. Después de todo, Diómedes jamás me escribió mensaje alguno de correo para agradecerme los libros que, por su pedido, le hice llegar por intermedio de amigos. ¿Podré confiar en él? Sin Sebastiano (en imagen o en estampa) siento que no he viajado y, todavía peor, que no he vuelto.

miércoles, 26 de septiembre de 2007

Analepsis 4: Postales







Saliendo de Caracas en avioncito rumbo a Mérida. Mérida (1, 2, 3, 4), Hotel Prado Río, el lugar de todos los intercambios (al fondo, la Plaza de Toros).
Fotos: D. L.

Analepsis 3: Escritores, intelectuales, profesores

Pocas cosas menos interesantes hay que un congreso de profesores. Una de ellas: un congreso de escritores. Los profesores, al menos, se sienten obligados a sostener un discurso (la mayoría de las veces trivial, o anacrónico). Y sobre ese discurso son posibles operaciones de todo tipo. Los escritores, en cambio, parecen convencidos de que con sólo su graciosa presencia alcanza: constituyen, ellos, aristocracia. ¿A qué clase de invitado me adscribí en Mérida? No lo sé: sostengo un discurso (trivial y anacrónico) y, al mismo tiempo, me dejo ver, circulo.
De los invitados a Mérida puede decirse que eran, todos ellos, encantadores, comenzando por Mario Bellatin, que leyó un texto maravilloso sobre la cabeza de Mishima y el modo en que esa cabeza es incapaz de aceptar que haya cuerpos completos por el mundo. La escucha (Mario lee maravillosamente bien) me sugirió una historia gore protagonizada por el mismo mario bellatin y un soldadito del ejército bolivariano. Dejémosla madurar.


Natalia Moret, Camilo Markz, Alejandro Zambra y su mujer, Leslie.
Foto: D. L.


Los chilenos brillaron con luz propia: Alejandro Zambra no necesitaba filmarme en situaciones vergonzantes para poder chantajearme supuesto que quisiera yo escribir algo en su contra, y sin la simpatía arrolladora de Camilo Marks, nuestras noches hubieran sido más pálidas, menos memorables. Camilo intervino en la Bienal con una performance inquietante que daba por terminada todas las discusiones sobre la literatura latinoamericana: no existe, no existirá, es todo basura. Acto seguido, nos reveló sus predilecciones en cuanto a la actual novela policial en lengua inglesa. Anotamos prolijamente los nombres que reseñó con pinceladas certeras.
Sergio Chejfec leyó un relato memorialista que podía tomarse como exemplum de una poética implícita. Quiso proyectar las postales de las que hablaba, picadas por agujeros de polilla, pero no pudo, lo que agregó todavía más encanto a la ensoñación que proponía sobre una Caracas inexistente (arrasada por los vientos de la modernización).
Los venezolanos se embrollaron cada vez que pudieron a discutir las cualidades de su propio canon. Forzoso fue que los extranjeros nos abstuviéramos de intervenir en tales delicadas internas, porque todo parecía muy decisivo y muy grave.
Jean Franco, cuando tuvo que hablar, no hizo sino citar largamente a Josefina Ludmer.
Había muchos españoles con propósitos indefinidos (intuyo que más de uno se dedicó a robar ideas), a quienes invitábamos a nuestras fiestas con la esperanza vana de que devolvieran algo de lo que durante siglos nos habían expoliado.
Admiré la capacidad de Chejfec para sostener conversaciones con todo el mundo. La mayoría de las veces yo no sabía qué decir y, cuando abría la boca, era para pronunciar una burrada. Varias tardes me quedé encerrado en mi cuarto escribiendo, aceptando después con una sonrisa equívoca las insinuaciones de que había estado entregado a probar las delicias de la carne nativa. Mejor pasar por Isidoro Cañones que por Upa.
La mejor noticia que recibimos durante la Bienal vino de la boca de Leo Felipe Campos, un sancristobaleño encantador que se enteró por teléfono de que su chica estaba embarazada.
De literatura se habló poco, como suele suceder en estos casos.

martes, 25 de septiembre de 2007

A mansalva


Analepsis 2: Histeria

Un joven venezolano de provincias, guapo y sensible (y un poco tarambana, como se revelará en días sucesivos, pero eso es otra historia) me interroga vagamente sobre las "mujeres argentinas". Intuyo que hay una historia amorosa que no me cuenta detrás de sus reclamos. Compara a las mujeres argentinas con los dos portentos de belleza que nos acompañan, Cauri, una morenaza enfática de ojos achinados y Carla, una niña lánguida que toma clases de tango y que yo, en mis ensoñaciones, ya estoy entregando a los brazos de Edgardo Cozarinsky, que gustaría de bailar con ella más de una milonga.
En la perspectiva de mi joven amigo, las mujeres argentinas hacen como que no entienden las señales que se les envían: arman programas que obligan a todos a penosos esfuerzos de coordinación, prometen aparecer, exigen protección y cuidado, llamados, y finalmente no acuden a las citas programadas y hay que salir a rastrearlas por los bares de la ciudad a ver si hubo alguna confusión. ¿Qué es?, me pregunta.
Estamos en la tercera ronda de whiskies, de modo que no me considero habilitado para una respuesta al alcance de la sabiduría que me supone en la materia. No hay otro misterio, pienso, que la incapacidad de mi amigo para comprender la distancia que la cultura ha introducido entre la libre flotación de los cuerpos. El veredicto de las mujeres argentinas ("ya no hay hombres"), que he escuchado tantas veces, sería incomprensible para mi amigo. Él diría que está él, aún cuando precisamente él sería, para cualquier mujer argentina, la evidencia de la ausencia. Tartamudeo: "toda generalización es un poco abusiva" y ruego al cielo que la salsa, monocorde como el subdesarrollo, cese por un rato.

(anterior)

Fiestas

Con su peculiar tono entre descarada y cínica, Stefania inauguró su blog, que funciona en tres idiomas y con muchas fotos. Seguir sus pasos es andar de fiesta en fiesta.

lunes, 24 de septiembre de 2007

Analepsis 1: Taxi

"Mérida está en una meseta rodeada por cuatro ríos. Ahorita va a cumplir 450 años la ciudad. La fundaron primero allá, pero no gustó y la corrieron más al valle y tampoco gustó y la trajeron entonces a la meseta. Era muy cruel Juan Rodríguez Suárez, como los otros conquistadores. Para alimentar a los perros que llevaba consigo mataba a los indios. Los indios Tatuy son los que estaban en la meseta. Tatuy quería decir 'lo más antiguo'. Por eso a los padres y abuelos les decimos taita. Mérida ha cambiado mucho en los últimos tiempos. Es una zona altamente sísmica pero los gobiernos con su corrupción, con su muerganada, han permitido que se edifiquen todas estas cosas y se han perdido muchas cosas buenas. Antes había 19º de temperatura máxima, no como ahora. Ahí donde ve la segunda estación del teleférico había nieve permanente hasta hace cincuenta años. La bajaban para refrigerar y para hacer helados. Ahora nada, ya lo ve. Si agarra pa' abajo es la parte caliente, si agarra pa' arriba es la parte fría. Todo era frailejón, que es una planta muy poco común en todo el mundo. Y los páramos son las alturas donde hay mucho frío. Mal de páramo es la arritmia esa que le llaman. Bolívar pasó 3 veces, 3 veces vino a Mérida, y allá le hicieron la primera estatua que hubo en el mundo de Bolívar, la primera en el mundo. Son 8 avenidas y 53 calles, todas numeradas. Allá hay un pueblo que se llama Bailadores. Se llama Bailadores porque los indios se peleaban bailando. Acá donde están los árboles es una Biblioteca Bolivariana. Cualquier cosa que necesite me busca en el mercado, yo estoy siempre en el mercado."

domingo, 23 de septiembre de 2007

Dicen que...

Es verdad que se me chispoteo la nacionalidad de Fernando Vallejo, pero no creo haber sugerido que A la intemperie sea el título de un libro de Mario Bellatin. Tengo que actualizar mis impresiones meridianas, porque las lluvias nos dejaron, allí, sin internet. Prometo usar prolepsis y analepsis en próximos posteos. Ahora, a dormir, como se dice, la mona.

Avance

Santiago Giralt ya colgó trailer de Las Hermanas L., su nueva película. ¡Qué pena que la Chiqui reprobó el uso de "su" apellido!

miércoles, 19 de septiembre de 2007

La imaginación novomundana

La imaginación novomundana[1]

Daniel Link

Buenos Aires

La invitación a participar de esta Bienal y de este Coloquio, que me honra, vino acompañada de una indicación precisa: “Una ponencia donde exprese sus puntos de vista en torno al impacto que los Premios Herralde y la reciente designación de los 39 mejores escritores hispanoamericanos menores de 39 años tienen en la difusión de la literatura hispanoamericana en el contexto de la lengua”.

Confieso que, como argentino que soy, la encomienda me llenó de pavor. Recordé de inmediato las palabras de Borges (nuestro sempiterno as en la manga), cuando en “Nuestro pobre individualismo” (1946) señala que

El mundo, para el europeo, es un cosmos en el que cada cual íntimamente corresponde a la función que ejerce; para el argentino, es un caos. El europeo y el americano del Norte juzgan que ha de ser bueno un libro que ha merecido un premio cualquiera, el argentino admite la posibilidad de que no sea malo, a pesar del premio[2].

Podría, por lo tanto, refugiarme en mi argentinidad, declararme ignorante sobre los asuntos sobre los que se me interroga y pasar a otra cosa, por ejemplo: a contarles mi infancia (que es el proyecto narrativo que tengo actualmente entre manos). Pero habría sido deshonesto de mi parte, por muchas razones entre las cuales conviene destacar ésta: desde hace años, algunos escritores posteriores a Manuel Puig, a Rodolfo Walsh, a Osvaldo Lamborghini, a Copi y, también, a César Aira, hemos decidido olvidarnos de Borges, no porque Borges no merezca nuestro sempiterno respeto, sino porque su peso apabullante nos impediría seguir escribiendo. Franz Kafka (un autor que, por otra parte, hemos leído mucho gracias a Borges) tenía una relación similar con la obra de Goethe y por eso se obligó a construir una teoría (la “teoría de las pequeñas literaturas” que se lee en su Diario) que le permitiera justificar lo que hacía y lo que no quería hacer. Volveré más adelante a Kafka, con certeza, dado que una de las partes del pedido que recibí se refería a “la lengua”, tan central en el conjunto de definiciones propuestas por un artista conceptual del que siempre será imposible decidir si es antes judío o checo o austríaco. Y volveré a Borges, por supuesto, porque en la definición misma de lo argentino habría que incluir la incapacidad de cumplir una promesa.

El texto completo, acá.

Salón

El salón está que arde. Ya una vez organizada la ronda de presentaciones, los besamanos y los reencuentros, comenzaron los dimes y diretes y las intrigas, los comentarios maliciosos, las recomendaciones y las advertencias sobre tal o cual, el intercambio de bibliografía. Más importante aún: no hay palabra que en Venezuela no sea inmediatamente política: la sombra de "El emperador", como llaman al actual presidente de la patria bolivariana, se esconde detrás de cada palabra, de cada (digámoslo) ademán.
Después, la vuelta de las horas nos reunió alrededor de mesas de banquete y, en el imponente auditorio de la Universidad de los Andes, alrededor de Jean Franco, que fue solemnemente declarada "Profesora Honoris Causa". Hubo togas, coros, alusiones, promesas, expresión de esperanzas. Los jóvenes locales faltaron a tal segmento, creyéndose modernos. Se los recriminé severamente: pocas ocasiones habrá para sentir la inmersión en un fragmento tan perfecto del siglo XIX. Como se sabe, en Mérida y sobre esta bienal, el Kaiser urdió El congreso de literatura. Una presencia tan aplastante impide informes más originales que los que estoy realizando. De Francia me llega una recriminación al respecto. Encabezo mi réplica con un "Mme.: me pide Ud. un talento para el género epistolar del que yo carezco". Mérida es, para mí, como Córdoba, lo que no es poco decir: postales superpuestas. Anoche, la fiesta se extendió hasta las 4 de la madrugada. Fue una vil estrategia de Bellatin, ese monstruo, para mermar mi audiencia de esta mañana.

martes, 18 de septiembre de 2007

Bariloche al cuadrado

Fue una noche larga. Empezamos el domingo, comiendo burrata en Pierino. Después nos fuimos a la fiesta de fantasmas, queorganizaban Ale Ros y Albertin Carri para el Festival de Buenos Aires. Mientras esperábamos para ponernos las túnicas de rigor, recibimos comentarios contradictorios de quienes iban saliendo del espectáculo de Arianne Mnouchkine: o era genial, o era interesante el clima pero no el resultado, o todo era una mierda. Yo, que en principio iba a tener que pronunciar una conferencia sobre el asunto, pero que luego debí cambiar los planes para viajar a Mérida, me quedé intrigado.






Fotos: DL

Usamos, S. y yo, la fiesta como despedida mía (y fue bueno que Dany y Leo tocaran en "mi" fiesta). A eso de las 4 de la mañana estaba ya en Ezeiza, que funcionó bien como chill out. A las 8 de la mañana (hora Argentina), se sumaron a la fiesta en Santiago de Chile (de la que ya formaba parte la novia de Santiago Llach) Alejandro Zambra y su mujer, que venían entonadísimos (chilenos al fin) de festejar no sé qué patrióticas fechas. Estábamos todos sin dormir desde el sábado, así que descabezamos un sueñito hasta Guayaquil y después seguimos escuchando música que tenía yo en mi laptop hasta Caracas donde, a eso de las 20 (hora venezolana) del lunes, se nos sumaron Jesús Ernesto Parra y los demás chicos de la revista Plátano verde. A las 5 de la mañana de hoy martes terminó todo, los venezolanos subieron a su micro y nosotros a nuestro avioncito rumbo a Mérida, donde Mario Bellatin nos esperaba con un regio desayuno al lado de la piscina desde donde vemos el pico nevado del Simón Bolívar. La integración latinoamericana recién comienza.

sábado, 15 de septiembre de 2007

Programa



jueves, 13 de septiembre de 2007

Hijo del amor

Mi mamá había sido, en su infancia, todavía más pobre que yo durante la mía. Es más: ella ni siquiera pudo ir a la escuela secundaria porque su padre había abandonado el hogar y, siendo la segunda hija, ella y su hermana mayor fueron las encargadas de salir a trabajar para garantizar el sustento de la madre y los otros dos hermanos más pequeños.

Tan pobres eran esas niñas que, cuando querían jugar a maquillarse, frotaban contra sus mejillas hojas de higuera que les provocaban una urticaria instantánea que podían hacer pasar por colorete hasta que el dolor y los gritos de su madre las sacaban de la mímesis cinematográfica de la década del cuarenta. Lo más urgente, en la mentalidad de una mujer abandonada con su prole, fue casar a sus tres hijas mujeres cuanto antes. El varón, que ella pensaba reservar para sus ensueños edípicos, decidió por si mismo y un buen día se fue con una mujer que tenía dos nombres: el de su documento de identidad (que nadie en mi familia recuerda) y el de su profesión: Kathy, con k, con hache y con y griega.

Abandonada la primaria, mi mamá salió a trabajar con tan buena fortuna que pudo evitar el embrutecimiento del servicio doméstico. Nadie jamás me lo confirmó, pero sospecho que pudo aspirar a puestos laborales de mayor respetabilidad por la belleza total y completa que la caracterizaba cuando joven. El amante de mi abuela, a quien yo llamé durante muchos años el Nono Neistadt, sin saber que su vínculo conmigo era apenas un ejercicio de voluntad y de hipocresía familiar, le consiguió a mi madre una posición en una casa proveedora de telas al por mayor en la ciudad de Córdoba, con la que él tenía relaciones profesionales. De turco en turco, mi madre fue haciéndose un camino profesional gracias a la generosidad del amante de su madre, al mismo tiempo que crecía y se volvía cada vez más bella, hasta llegar a parecerse a una estrella italiana de cine en su época dorada. Tenía pretendientes, claro. Ella decidió responder a los requiebros de un empleado de una estación de servicio por la que pasaba diariamente rumbo a su trabajo y al volver a su casa. Su madre, mi abuela, objetaba esa relación no sólo porque esperaba de sus hijas un destino mejor sino porque el muchacho era simpatizante del partido comunista y le llenaba a mi mamá la cabeza con ideas raras, de acuerdo con las cuales la pobreza y los pobres eran especies que debían protegerse (o cosa semejante), lo que ofendía los anhelos de progreso social que en la familia circulaban como el mate cocido cotidiano.

El texto completo, acá.

miércoles, 12 de septiembre de 2007

Ciudades imaginadas

Ciudades imaginadas.

De los universales abstractos a los particulares concretos[1]


Daniel Link

En nuestros días la idea de ciudad pareciera haberse deteriorado hasta un punto que, seguramente, era inconcebible a principios del siglo pasado. Un nuevo milenarismo se apoderó de nuestra imaginación: las grandes ciudades, aún las del Tercer Mundo, sobre todo las del Tercer Mundo, aparecieron entonces como espacios inhabitables. Se trataba de un mito conocido: el mito (y la fascinación) por las ciudades muertas. A partir de la década del ochenta del siglo pasado, imaginar el agotamiento de las ciudades tuvo implicaciones teóricas diferentes de las que podían encontrarse en los escritos de los intelectuales europeos de la década del treinta, y consecuencias políticas concretas: la cultura llamada burguesa buscaba una nueva respuesta histórica para imponer una dominación (económica, política) renovada; por eso nos pareció que la ciudad ya no era el escenario necesario para la experiencia subjetiva ni satisfacía las demandas culturales para las que estaba prevista.

La cultura que conocemos, la cultura que llamamos burguesa, se relaciona desde su comienzo mismo con la ciudad, y la forma-ciudad se ha ido modificando con el tiempo hasta convertirse en la que hoy conocemos y de la cual, en la mayoría de los casos, abominamos: las intervenciones urbanas de los últimos veinticinco años (en Buenos Aires, en Berlín, por citar sólo dos ciudades que conozco bien) parecían destinadas a destruir el entramado urbano: eliminado el umbral-ciudad ya nada podría oponerse al poder normalizador y fascistoide del Estado (de todos, de cualquier Estado) asociado con el Capital internacional.

En Buenos Aires basta con ir a caminar y observar aves en la Reserva Ecológica para darse cuenta del avance impiadoso del Imperio (Estado + Capital)[2] sobre un espacio que alguna vez se soñó “natural”: no hay prácticamente un solo rincón de ese paseo imprevisto y sin otro diseño que el del capricho, el desperdicio, el potlatch y la inercia de las fuerzas ctónicas, desde el cual no se vea el avance del ejército de las sombras: el mal absoluto ha encarnado entre nosotros en lo que se llama la Corporación Puerto Madero. Pero no hace falta tampoco llegar tan lejos: no queda ya prácticamente una sola plaza en Buenos Aires que no haya sido prolijamente enjaulada y su uso vedado durante la noche, como si la ciudad fuera sólo un apéndice más o menos elegante de los negocios que se realizan por las mañanas en la city. ¿Cómo hemos llegado a un umbral tan bajo de sensibilidad sobre todo lo que ha estado en juego en Buenos Aires en los últimos veinticinco años?[3]



[1] Retomo aquí algunas antiguas obsesiones expuestas en La chancha con cadenas. Buenos Aires, Ediciones del Eclipse, 1994 y en Cómo se lee y otras intervenciones críticas. Buenos Aires, Norma, 2003 [ISBN 987-54-5105-3].

[2] Uso la palabra imperio en el sentido en que puede leersela en Alain Badiou. “Quince tesissobre el arte contemporáneo” (trad. Daniel Link), www.linkillo.blogspot.com.

[3] La historia de las transformaciones urbanas en Buenos Aires es la historia de las fiestas a las que fuimos, porque la política cultural de la ciudad, en casi su totalidad, ha estado al servicio de la especulación inmobiliaria, desde la recuperación de la democracia, en 1983, pero tal vez antes. La Primera Bienal de Arte Joven, bajo el gobierno radical, se desarrolló en los diques de Puerto Madero. Las primeras raves, en la Costanera Sur, los Festivales de Música Electrónica, también.

El texto completo, acá.

martes, 11 de septiembre de 2007

Último llamado

para embarque rumbo a Mérida (Vía Santiago, Guayaquil, Caracas)...

Proyecto

17grises: entre Rayuela y Deleuze.

Clausuran Belleza y Felicidad


En un nuevo acto que demuestra la amplitud de horizontes del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires Belleza y Felicidad fue clausurada por la falta de una luz de emergencia. De modo que la lectura prevista para mañana a las 19 hs se realizará, pero a las 23 y en Casa Brandon, que ya pasó por circunstancia similar.

domingo, 9 de septiembre de 2007

Ciudades

Del 10 al 13 de septiembre / 19 hs.
NUEVOS PASAJES; NUEVOS PASEANTES: NARRATIVAS DE LA CIUDAD EN EL MUNDO CONTEMPORÁNEO. Encuentro coordinado por Eduardo Becerra.
PARANÁ 1159

La experiencia de la ciudad constituye uno de los hitos fundacionales de la literatura moderna, como nos lo recuerdan el flâneur baudeleriano descrito por Benjamin, el hombre de la multitud narrado por Poe o el poeta paseante de Robert Walser. Muchas grandes obras de los dos últimos siglos resultan imposibles de desvincular del contacto con la vida múltiple y las variaciones constantes de calles, pasajes y rincones urbanos. Al mismo tiempo, esta experiencia fragmentada dio paso a otros grandes relatos de los tiempos modernos: la soledad en medio de la multitud, la alineación o la nostalgia del encuentro con una autenticidad perdida en la artificialidad de la urbe aparecen una y otra vez en las ficciones y la poesía de esa época.
Sin duda vivimos otro tiempo, y esa vivencia que exigió siempre pisar el asfalto, andar por las aceras, atravesar las calles, intercambiar miradas fugaces con los rostros que se cruzan en nuestro paseo o detenerse en los escaparates, exige otras formas de contacto. El paseante puede hoy recorrer infinidad de lugares sin levantarse de su silla ni salir de casa, el ojo y su mirada sustituyen a los pies en ese recorrido: las ciudades no se pasean sino se navegan, no tenemos que adentrarnos obligatoriamente en sus callejones sino que vienen a nosotros multiplicadas, entremezcladas en imágenes infinitas que hacen que cualquier ciudad se torne tan irreal como posible. Otra velocidad, otro ritmo, un despliegue de sensaciones diferente piden una nueva sintaxis narrativa a la hora de dar cuenta de estas transformaciones. Quizás este encuentro permita comenzar a aclarar cómo esta nueva coyuntura está afectando a las ficciones del presente. Se ha elegi do para ello a urbanitas irredentos para los que, como señalara Enrique Vila Matas en uno de los textos de Desde la ciudad nerviosa: “El campo tienen una belleza soporífera. La ciudad, en cambio, es la poesía misma”.


PROGRAMA

Lunes 10 / 19 hs.
LOS NUEVOS PASEANTES
Eduardo Becerra: Nuevos paseantes para nuevos pasajes
Esther Cross: Salen a la calle
Cecilia Szperling: Caperucita en la ciudad

Martes 11 / 19 hs.
NARRATIVAS DE LA CIUDAD
Edmundo Paz Soldán: Una puesta en abismo: Ciudades virtuales y literatura
Rafael Courtoisie: Narrativa urbana en Hispanoamérica: Nueva narrativa y aldea global
Daniel Link: Ciudades imaginadas: de los universales abstractos a los particulares concretos

Miércoles 12 / 19 hs.
CIUDADES LITERARIAS
Belén Gache: Zurich: De relojes y máquinas del lenguaje
Jorge Benavides: Madrid era una siesta
Alan Pauls: El futuro anterior
Rodrigo Fresán: Apuntes para una teoría de la ciudad movediza

Jueves 13 / 19 hs.
LA CIUDAD EN IMÁGENES
Marcelo Cohen: Informe sobre una ciudad sintética
Mauricio Montiel Figueiras: Las nuevas ciudades invisibles
Naief Yehya: Ciudad cyborg: Lo virtual, lo concreto, imágenes
fílmicas en nuestros asentamientos mineralizados

Jordi Costa: Crónicas de Central City: la ciudad “noir” como collage expresionista

Más información en www.cceba.org.ar

El jardín de los ciruelos



Desde marzo no íbamos al campo. Este fin de semana decidimos marchar a ver los muchos destrozos que el crudísimo invierno provocó. Se helaron muchas plantas. El césped, amarillo y débil, perdió terreno frente a la plaga de cebollines que sufrimos desde hace tiempo. La casa estaba húmeda como hacía tiempo no la veíamos y, horror de horrores, se acabó la leña. Pero todo fue, sin embargo, un dulce paréntesis y disfrutamos de los ciruelos en flor.

viernes, 7 de septiembre de 2007

Invitación

jueves, 6 de septiembre de 2007

Comienza la temporada de patos

Casa Leczinski para las Artes del Siglo XXI

presenta

el programa que el

Novísimo Instituto de Altos Estudios Patafísicos de Buenos Aires

preferiría no

Éternidad Patafísica.

Vigilia 135 EP

¡Fuga a Polonia!

¡Por primera emitido vez en vivo desde Ninguna Parte!

¡Con la participación especial de Ubú Rave!

Viernes 7 de septiembre (vulgar)

22hs Catalunya – 18hs Ubuenos Aires

en Ninguna Parte

(y como Ninguna Parte esta en todas su locación en acto tanto en Catalunya como en Ubuenos Aires en esa fecha y horario sólo será revelada a los asistentes)

Importante: Sólo 135 afortunados podrán presenciar la emisión (100 no localidades disponibles en Catalunya y 35 en Ubuenos Aires) para eso deberán resolver el desafío que la Casa Leczinski para las artes del Siglo XXI preparó especialmente, solicitándolo a Leczinski@gmail.com.

www.leczinski.blogspot.com www.myspace.com/uburave

Responda correctamente y podrá presenciar la nueva emisión oficial de Éternidad Patafísica.

(¡Por primera vez en vivo y con la participación de Ubu Rave!)

¿Qué tomará Jerzy Leczinski luego del banquete el 1 de Absoluto del 135 de la Era Patafísica?

Opciones:

Kawa Espresso.

Podwójne Espresso.

Duza kawa.

Kawa capuchino.

Nescafe bezkofeinowa.

Herbata ziolowa.

Goraca czecolada.

Gorace mleko.

Wina biade.

Wina czerwone.

Szampany.

Nota: La respuesta deberá especificar si se pretende asistir a la presentación en Catalunya o Ubuenos Aires. Las coordenadas precisas de locación en acto de Ninguna Parte para el evento sólo se revelarán a los ganadores.

miércoles, 5 de septiembre de 2007

Explicación de Clarice

En diciembre de 1973 Clarice Lispector renunció al Jornal do Brasil, donde venía publicando desde 1967 extrañas crónicas semanales[1] como principal forma de subsistencia. En 1959 se había separado del padre de sus dos hijos (uno de ellos, esquizofrénico), un diplomático de carrera que le había hecho conocer la angustia del mundo. Vivía de sus traducciones, de los relatos infantiles que publicaba y de sus intervenciones periodísticas.

En 1974 publicó la colección de relatos (si tal etiqueta les correspondiera) El vía crucis del cuerpo[2], un trabajo que aceptó por encargo y que suponía la escritura de textos eróticos.

En 1975 viajó con Olga Borelli (su compañera durante sus últimos ocho años de vida) al Congreso Mundial de Brujería (Bogotá, Colombia) donde a último minuto decidió no presentar la intervención que llevaba escrita y pidió que, en cambio, se leyera su cuento “El huevo y la gallina”[3].

Tratándose de Clarice, el episodio no puede ser minimizado. Desde la madrugada del 14 de septiembre de 1966, cuando se quedó dormida con un cigarrillo encendido y estuvo a punto de morir quemada (tres días al borde de la muerte, dos meses hospitalizada, su mano derecha salvada por milagro de la amputación), pareciera que Clarice fue hundiéndose progresivamente en la imaginación del desastre, una de las formas de la imaginación que dominan el siglo XX (desde Kafka, con quien no ha cesado de relacionársela[4], hasta Carver) y de la cual se convirtió, por vocación y por fatalidad, en uno de sus portavoces más destacados. Y así, Clarice se convirtió en la bruja (o la samaritana, o la autista, o la hermética) de las letras brasileñas.


[1] Muchas de esas crónicas permanecen inéditas. Algunas fueron recopiladas en libro: A descoberta do mundo (1984). Florencia Abatte ha propuesto una lectura de esas crónicas insistiendo en el carácter completamente distorsionado (personal) del género (ABATTE, 2004).

[2] Hay traducción al castellano, muy imperfecta, por Haydée Jofré Barroso.

[3] Incluido en Felicidade clandestina (1971).

[4] “Si Kafka fuese mujer. Si Rilke fuese una brasileña judía nacida en Ucrania. Si Rimbaud hubiese sido madre, si hubiese llegado a los cincuenta años. Si Heidegger hubiese podido dejar de ser alemán y si hubiera escrito la Novela de la Tierra...”, escribe Hélène Cixous (1999).


El texto completo, acá.

Kinotherapie

7mo. Festival de Cine Alemán

del 13 al 19 de septiembre

Village RecoletaVicente López y Junín

organizado por German Films, en cooperación con el Goethe-Institut en el marco de su 40° Aniversario en la Argentina. Con el auspicio de Warsteiner, Familia Zuccardi y Cinemanía.

ver detalle de programación en www.cinealeman.com.ar

entradas a la venta a partir del jueves 6 de septiembre en el cine

entrada general $14 miércoles $11,50 abonos: 5 entradas $60 y 10 entradas $110 (en venta hasta la apertura del Festival). Función especial Fausto $17

En 2007, el ya legendario Festival de Cine Alemán incluye catorce nuevos largometrajes y un programa de cortos. Entre las películas de este año se incluyen Cuatro Minutos (Vier Minuten) de Chris Kraus, que fue designada como la película del año 2006 en Alemania; Yella del prestigioso director Christian Petzold, película por la cual la actriz Nina Hoss recibió un Oso de Plata en el festival de Berlín; así como Los Falsificadores (Die Fälscher) de Stefan Ruzowitzky, que también participó en la competencia oficial en Berlín y narra la mayor operación de falsificación de dinero de la historia. También se podrán apreciar dos obras del director Marcus Rosenmüller: la comedia Decisiones de ultratumba (Wer früher stirbt ist länger tot) y Una cuestión de peso (Schwere Jungs). A Daniel Brühl (Good Bye Lenin!) se lo podrá ver en la comedia Un amigo mío (Ein Freund von mir) de Sebastian Schipper. Como ya es costumbre en el Festival, se presentará una película para “toda la familia”, Un verano inolvidable (Blöde Mütze) de Johannes Schmid; además de un documental, Losers & Winners de Ulrike Franke y Michael Loeken; y una selección de 13 cortometrajes, creados por estudiantes de escuelas de cine alemanas, compilados bajo el nombre “Next Generation”.

Como cierre de la programación se proyectará, en copia restaurada, la película muda Fausto (Faust, 1925) del director Friedrich Wilhelm Murnau, protagonizada por Emil Jannings, Gösta Ekman y Camilla Horn. La exhibición estará acompañada por música en vivo a cargo del Trío Infausto (Ex Trío Tenebroso) de Marcelo Katz, Demian Luaces y Sergio Catalán. Esta actividad es organizada en cooperación con el Goethe-Institut, que conmemora su 40° Aniversario en la Argentina, y forma parte del ciclo de festejos por los 150 Años de Relaciones entre Argentina y Alemania, que auspicia la Embajada Alemana.

lunes, 3 de septiembre de 2007

Proyectos

El fin de semana estuve leyendo La preparación de la novela de Roland Barthes, un doble curso cuya primera mitad es más bien sosa, cuya segunda mitad es muy intensamente neurótica y cuyo final (las fotos de Paul Nadar anotadas por Barthes) vuelve a ser insulsa. ¿Pero, cómo? ¿No era yo un incondicional de Barthes? Sí, lo era. Y para demostrármelo me pongo a releer todos sus libros (no es la errancia del deseo lo único que domina mi relectura, sino ciertas obligaciones en mala hora contraídas y de las cuales, ahora, estoy arrepentido). Sí, me sigue gustando Barthes, aunque La preparación de la novela se me aparezca como un curso un poco pretencioso y un poco vacuo donde todo lo que se dice sobre el haiku no me conmueve (aunque el haiku sí me conmueva), casi nada de lo que se dice sobre Proust me sorprende (y lo que sí, me sorprende por su inadecuación solipsista, por ejemplo: la hipótesis de que la Recherche cuaja como consecuencia de la muerte de la madre -y no, como es más verosimil, por el conocimiento que Proust tuvo del affaire Eulenburg), y donde me maravilla la obsesión maníaca por el detalle de la segunda parte, pero no entiendo cómo a alguien se le puede ocurrir que eso constituye el imaginario de un escritor.
Quienes conocieron a Barthes me cuentan que sus lecciones estaban siempre puntuadas por brillantes momentos en el contexto de una general opacidad, la misma que dominaba su vida social. Era, se me dice, un señor más bien aburrido. Melancólico, lo hubiera supuesto. ¿Aburrido? Me cuesta pensarlo, pero este curso (mucho más que los dos anteriores) parece avalar ese diagnóstico. Es curioso que los libros de Barthes sigan siendo lo brillantes que nos parecieron en una primera lectura. O no: finalmente, un escritor no existe más allá de lo que ha escrito y no tiene mucho sentido esperar un acuerdo entre el efecto de una prosa y el efecto de una vida. Pienso en qué podría haberse convertido La preparación de la novela si hubiera llegado al libro (creo imposible que el libro resultante fuera una novela o que el propio Barthes hubiera estado en mejor situación que nosotros para instalarse confortablemente en la novela, ese género siniestro y más bien muerto). Tal vez una suerte de Fragmentos de un discurso amoroso referido a la escritura: las mismas manías, las mismas inseguridades, las mismas astucias y las mismas vergüenzas del enamorado. Pareciera que Barthes juega con las mismas figuras (un poco melodramáticas), pero esta vez, aplicadas a un universo que no sé si les conviene tanto. La experiencia amorosa es patética por necesidad, mientras que la escritura puede o no serlo.
El carácter intoxicante y un poco timorato de La preparación de la novela me recuerda a otro libro incómodo a propósito de una relación (cualquiera) con "La Literatura", Ese hombre y otros papeles personales. De ahí parte una "avenida de sentido" (la metáfora es de Barthes, y no veo por qué no habría de usarla aunque su último curso me haya decepcionado un poco): doble mano, de Walsh a Barthes y viceversa. Me propongo una lectura paso a paso de Operación masacre, sobre todo porque mis amigos rosarinos me han dicho que alguna vez habría que emprender esa tarea siempre anunciada pero nunca realizada.
¿Por qué no se lee el texto de Operación masacre como lo que es, un texto? Tal vez porque mucho de lo que resulte de una lectura semejante sea la idealización de un mundo ya desaparecido: el obrero peronista, cuyas bondades infinitas Walsh borda desde la primera página del libro. En fin, divago. Pero pondré en contigüidad el modo de leer de Barthes (y sus hipótesis sobre el deseo de escribir) con algo que le es completamente ajeno. Y así mi vida (mi vida imaginaria) vuelve a estar tensionada en direcciones (tal vez) contradictorias. Walsh, por un lado; Copi, por el otro. Y dos novelas de las cuales he adelantado aquí dos capítulos de cada una (publicaré uno más de cada una, y luego seguiré en privado las peripecias del agente inmobiliario y del niño pobre).
Escribo estas líneas fugado de mi casa, donde internet ha vuelto a cortarse sin que se sepa bien cuándo volverá. La cosa cansa, ya. Y la muerte de María Luisa agrega gotas de melancolía que en lugar de acercarme a Barthes, de él me alejan.
Sé que en pocos días más voy a estar en otra parte. Cierro los ojos, espero que el tiempo pase.


María Luisa Freyre

Alarmado por un mensaje de correo ambiguo (o que no quiero entender en su cabal alcance) voy al google y tipeo el nombre que me interesa. La internet me arrastra hacia la página de avisos fúnebres de La Nación, donde leo:

FREYRE, María Luisa, Dra. , q.e.p.d., falleció el 28-8-2007. - Sus amigas: Eleonora Arroyo y Haydée S. de Fabricant, desde Barcelona, la despiden con mucho dolor y tristeza.

María Luisa me enseñó todo lo que de gramática sé (me enseñó, por lo tanto, a escribir correctamente). La recuerdo, todavía, dando clases enfundada en un vigoroso tapado de pieles, a finales de la década del setenta, fumando y hablándole al pizarrón mientras analizaba una compleja construcción sintáctica o explicaba las transformaciones generativas que permiten diferenciar (si acaso eso es posible) la voz pasiva de la impersonal. Estuve a punto de entregarme a la lingüística gracias a su seducción inversa: ladraba todo el tiempo para espantar a sus alumnos, tomaba whisky y solía enfatizar con un "estoy haaaaaaaaaarta" su relación con las burocracias académicas. Fuimos al teatro juntos un par de veces (era muy amiga de Enrique Pezzoni) y recuerdo particularmente la velada en que nos reímos tanto de un recital de Susana Rinaldi que selló nuestra complicidad para siempre. Decía, con razón, que tres eran las mujeres que más sabían de lingüística en Argentina: Elvira (Arnoux), Beatriz (Lavandera) y ella misma. Su último proyecto de investigación en La Plata (Universidad en la que se había refugiado para salvarse de las luchas intestinas en la Universidad de Buenos Aires) llevaba por título "La agentividad en la lengua y el discurso. Un enfoque cognitivo".
Descansa en paz, talita cumi.

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