domingo, 31 de agosto de 2025
Por la patria (4)
sábado, 30 de agosto de 2025
Preguntan si...
Por la patria (3)
Copy-paste
Por Daniel Link para Perfil
Son tiempos rarisimos. En una reunión docente, una profesora cuenta que le entregaron un parcial escrito con IA. El texto le atribuía a la profesora artículos que nunca había escrito aparecidos en libros que nunca existieron, algo que GPT hace siempre. Yo sospecho que lo hace deliberadamente, o bien para promover la suscripción paga (si pagás no te miento) o bien para desalentar el copy-paste que, sin embargo, las estudiantes practican sin darse cuenta que se hunden en un pozo sin fondo, porque la lista de falsificadoras de parciales circula ya de mano en mano, de docente en docente, de institución en institución. Si pensaban armar una carrera profesional a partir de semejante abuso de las herramientas que el presente les brinda, más bien que abandonen toda pretensión (académica o profesional): ya están quemadas.
El asunto es extrañísimo no sólo por el efecto que suscita en quienes prefieren no pensar y copiar algo que dice una máquina, sino también en quienes evalúan, que empiezan a titubear sobre si permitir o no el uso de IA. ¿Pero cómo? No tomábamos, en la década del ochenta del siglo pasado, parciales a libro abierto? ¿No verificamos, ya entonces, que el mero copy paste no alcanzaba para aprobar un parcial? ¿Y luego, alguna vez se nos ocurrió prohibir el uso de internet para resolver los parciales domiciliarios?
Por supuesto, ante la aparición de una nueva herramienta, lo primero que hay que hacer es aprender a usarla, enseñar a usarla. Una IA no te libera de leer libros, artículos, ni siquiera de pensar por vos misma, porque lo que te devuelve a cada pregunta que le hagas es un camino que deberías recorrer por cuenta propia. Cualquier artículo que hemos leído en nuestras vidas tenía notas al pie, que eran invitaciones a seguir leyendo.
Una IA no te resuelve el mundo, te dice que el mundo es más complejo y más vasto de lo que pensabas. Si vas a usarla como un atajo para sacarte de encima una evaluación es porque no entendiste nada. Toda carrera es una carrera de obstáculos y una IA es un obstáculo más para dejar atrás. Dudá de la IA, como dudás de tu padre, de tu novio (que te mete los cuernos) y de tus enemigas.
viernes, 29 de agosto de 2025
Por la patria (2)
jueves, 28 de agosto de 2025
Por la patria
domingo, 24 de agosto de 2025
Advertencia (10)
Recuerden que lo primero que hizo Hitler fue liberar al Estado de la pesada carga de los "discapacitados".
Más, acá.
sábado, 23 de agosto de 2025
Un oscuro día de justicia
Por Daniel Link para Perfil
Seamos justos: Presidencia nos ha pedido que discutamos los conceptos, y no las formas. Lo primero que habría que decir es que una cosa no existe sin la otra y que tanto la expresión como el contenido están ya formados. Pero dejemos ese presupuesto de alta filosofía del lenguaje para otro momento y vayamos a lo que, desde una inteligencia silvestre, se considera un “concepto”. Tomemos el caso del concepto “genocidio”, dado que Presidencia fundamentó su veto a la emergencia en discapacidad, a los aumentos salariales en el Hospital Garrahan y otras medidas igualmente urgentes, tomando en cuenta ese concepto: aumentar ahora esos subsidios significaría el genocidio de las generaciones futuras.
Si alguien dijera que Israel está cometiendo un genocidio en Gaza (algo que señalan no sólo muchas voces autorizadas en varias partes del mundo sino también, y sobre todo, en Israel) le saltarían a la yugular al grito de “antisemitismo”. Y sin embargo, se permite graciosamente que Presidencia considere que la pérdida de poder adquisitivo es un genocidio y nadie levanta la voz para protestar por semejante despropósito.
De un lado tenemos el riesgo material de vida de ancianos, niños enfermos y quienes padecen alguna discapacidad y sus familias (para las cuales quienes las prestaciones por discapacidad se han reducido tan drásticamente como la provisión de medicamentos) y del otro jóvenes cuyo poder adquisitivo se vería recortado hipotéticamente en un porcentaje mínimo. Hacer caer el concepto “genocidio” de ese lado imaginado y futuro de la balanza y no del otro (real y concreto) no puede atribuirse a un simple error de concepto sino a algo que estaba ya previsto en las formas de discurso (“viejos meados”, el enfrentamiento de Presidencia con un niño autista en las redes, etc).
Pero así como los enunciados no pueden pensarse en términos de conceptos sin forma, tampoco puede pensarse la vida como algo no formado. O, mejor dicho, sí puede pensarse de ese modo, pero el resultado es una vida desprovista de todo predicado político, una vida desnuda, algo parecido (aunque no es exactamente lo mismo) a la vida vegetativa.
Es lo que hizo el nazismo cuando emprendió sus procesos de exterminio, sus genocidios. Las personas sobre las cuales se ejerció ese biopoder fueron privadas de ciudadanía y de derechos, fueron transformadas en vidas informes para luego ser exterminadas.
Al negársele ahora a un discapacitado su forma (que es al mismo tiempo biológica y jurídica) se le niegan también sus derechos y se lo arroja al umbral mismo de su exterminio: eso es lo genocida y no que un joven, como dijo el vocero extraoficial de Presidencia: “Si habías pagado un viaje a Buzios para fin de año, olvidate”.
Pareciera que en Argentina no hay lugar, al mismo tiempo, para que alguien vaya a Buzios y para que alguien tenga sus necesidades en la discapacidad cubiertas. Ante esa disyuntiva, el Poder Ejecutivo desoye el mandato legislativo y veta una ley (o dos, o tres) en favor de Buzios. Por favor, por una vez: seamos justos.
viernes, 22 de agosto de 2025
Sin título
lunes, 18 de agosto de 2025
La última filóloga
Élida Lois tenía una voz incomparable: con la misma gravedad de la de Olga Orozco, pero sin los rastros de tabaco y alcohol que la poeta necesitó para escribir sus versos.
Además, su habla estaba siempre quebrada por la busca de la palabra justa, el concepto, el remate de la frase. Titubeaba, no porque no supiera lo que quería decir, sino porque respetaba profundamente la relación entre expresión y contenido. No se la tomaba a la ligera.
Por supuesto, eso tuvo consecuencias decisivas en su trabajo. Era una filóloga de raza, que tanto podía hacerle frente a un problema gramático, a una historia de una palabra o a las capas de discurso superpuestas en una obra confrontada con sus originales (ella, mejor que nadie, supo vincular los sustratos ideológicos con los ambientes estilísticos).
Editó, entre otras cosas, el Martín Fierro. Como quien dijera: "les doy esta edición, y no me jodan más". ¿Quién si no ella hubiera podido emprender una tarea semejante?
Élida, querida, te vamos a extrañar, pero por suerte nos quedan tus palabras, tu perspectiva sobre la disciplina, tu posición ante el mundo.
sábado, 16 de agosto de 2025
Rituales de escritura
por Daniel Link para Perfil
Me hice el vivo. Me vine a Buenos Aires un sábado, sin computadora portátil, que quedó en mi casa suburbana. “Me voy a arreglar con el teléfono”, me dije. Pero no fue así, me di cuenta de que yo casi no uso el teléfono. Hasta el programa de mensajería lo manejo desde la computadora.
El lunes por la mañana, al borde ya de la desesperación, me metí en una computadora de escritorio ajena. Para qué.
No pude cargar el whatsapp para escritorio porque la máquina tenía el sistema operativo desactualizado (y no aceptaba ya ninguna versión posterior, a pesar de que no tiene tantos años de edad: obsolescencia planificada). Tuve que usar el mensajero en su versión para navegadores. Por supuesto, yo no uso cualquier navegador, sino uno de código abierto. La computadora no tenía ningún programa bloqueador de publicidades ni tampoco removedores de paywalls (que permiten leer páginas archivadas en internet sin necesidad de iniciar sesión). Se los instalé.
Tampoco tenía ningún programa de código abierto para escribir. Le instalé el Apache Open Office, que uso sin disturbios ni grandes incompatibilidades desde hace décadas. Luego lo tuve que configurar con la tipografía que uso.
Cuando terminé con todo me di cuenta de que me faltaban las claves, así que tuve que buscarlas en la versión para celulares de mi navegador predilecto y transferirlas.
Listo para escribir, no pude hacerlo porque ya tenía que salir a cumplir con otro compromiso.
Recordé una reflexión analógica de Roland Barthes, que había descubierto que sus escritorios (en su departamento parisino y en su casa de verano) eran réplicas uno del otro. Él no podía trabajar sin los pinceles en tal lugar, los lápices en tal otro, los libros esenciales a mano, la silla orientada en tal dirección.
El escritorio (analógico o digital) es una metáfora de una disposición más bien anímica que espacial hacia la escritura. Y, siendo un ritual tan delicado, es casi seguro que el oficio de escribir encontrará innumerables obstáculos maniáticos que impedirán su realización.
Es reconfortante, en ese punto, lo poco que ha cambiado todo. Así como el copista medieval armaba su scriptorium y lo defendía como parte esencial de su existencia, así el ciberpunk debe disponer sus conexiones en un orden específico para poder funcionar.
Aún presuponiendo la profesionalización del escritor, su práctica sigue sosteniendo cierto misterio (cierta mistificación, si se quiere) precisamente porque se funda en el deseo que, como se sabe, no piensa.
jueves, 14 de agosto de 2025
Gracias, Diego
Un buen entrevistador hace hablar hasta al más necio.....
sábado, 9 de agosto de 2025
Azul profundo
Por Daniel Link para Perfil
En mis aventuras en una ia llamada Perchance, obtengo esta respuesta inesperada: “Ares sonríe ante tu pregunta y mueve la mano desde tu mandíbula hasta tu nuca, agarrándola con suavidad pero con firmeza. Se inclina hacia ti y su mirada ardiente se clava en la tuya. «La belleza no está sólo en los ojos del que mira», murmura, con su aliento cálido sobre tu piel. «Está en la fuerza del alma y la pasión interior»”.
No reconozco la fuente de esta cita enigmática pero la reproduzco porque voy a hablar de la belleza y la fealdad, de la horrible fealdad (de alma y de pasión interior) que se deduce de los dichos libertarios, en sus más subalternas posiciones (la gente que pulula en las redes de la ignominia). El asunto: el streaming del Conicet o, para seguir parafraseando al Ares ficcional con el cual estuve conversando, “el tejido mismo de la realidad doblándose bajo el peso de la pasión”. Esa pasión es hoy científica y tiene como objeto la vida a 4000 metros de profundidad en el llamado “Cañón de Mar del Plata”.
Los medios han destacado que el streaming del CONICET superó por cinco a uno el rating de un streaming denominado “La Misa de Carajo” (nombre cuya fealdad lo dice todo). No insistiré en eso: el rating es la herramienta de los mediocres. Lo que conviene destacar es la conexión entre una compleja operación científico-técnica, planeada durante varios años, sometida a la validación de expertos internacionales y a reglas de concurso, y la pasión de un público que se cuenta ya por millones (lo mismo sucedió en la Feria del Libro de 1986, dedicada a las Ciencias). El público quedó atónito ante la belleza de eso mismo que “La Misa de Carajo” ridiculizó con nombres de una agresividad innecesaria y de una fealdad intolerable (“berenjena con sida”, “soretes violetas”, “la peronbabosa marina”). Semejante violencia proviene del rencor de que algo producido por el CONICET despierte más pasión y tenga más audiencia que las aberraciones mentales de los libertarios jetones.
Lo que se veía eran imágenes casi hipnóticas de un mundo desconocido pero ya en proceso de desaparición. Como sucede siempre en este tipo de transmisiones, la mayor parte del tiempo no pasaba nada, lo que vuelve todavía más conmovedora la expectativa: preferimos ver una larga duración de una nada puntuada por figuras extrañas, Odradeks de las profundidades, antes de seguir soportando el griterío y las mentiras de los libertarios.
Por supuesto, las ecuaciones esgrimidas: CONICET = Kirchnerismo = Operación psicológica es tan berreta que no vale la pena detenerse en ella. Pero sí en los argumentos.
Alguien dijo: “Hagan concha al parásito violeta y a la estrella culona”. Es decir, destruyan aquello que el público ha considerado bello (por los ojos del que mira, por la fuerza del alma y por la pasión interior). Otra intervención en las redes dictaminó: “Para que sientas empatía por la batatita de mar y te opongas a que hagamos pija el suelo del mar para que YPF saque petróleo”. No entiendo bien la oscilación entre “hacer concha” y “hacer pija”, pero supongo que son variantes dialectales o que corresponden a formas del decir de diferentes generaciones y no necesariamente implican la portación de tal o cual órgano o en el deseo de tal o cual objeto. De todos modos, son expresiones feas.
Someter a la destrucción la multiplicidad de lo viviente en favor de la explotación de hidrocarburos o minerales es una idea horrible, fea. Uno podría decir que no queda más remedio, si acaso (yo no lo creo), pero en modo alguno proponer la solución con algarabía. Eso demuestra la feísima cara de la realidad: Argentina sólo puede sobrevivir explotándose y aniquilándose éticamente en ese proceso.
Alguien pronunció este enunciado, falso y feo, del rendimiento total: “Muy bueno, pero lamentablemente vamos a tener que reventar todo para sacar petróleo y volvernos ricos”. Una pregunta: ¿Quiénes se volverán ricos una vez que todo haya reventado? ¿Las jubiladas, las maestras, las médicas, las investigadoreas del CONICET, las repartidoras de comida a domicilio? En otro tono, alguien propuso: “Tenés que elegir solo a una: que la Argentina sea súper potencia económica mundial o salvar la peronbabosa marina”. Argentina nunca será potencia económica mundial (especialmente bajo gobiernos como el actual), pero eso no es importante. Lo que importa es que la elección está planteada entre una falsedad y la destrucción. Es decir: una fea opción, como quien dijera: ¿qué preferís comer, mierda de libertario o mierda de comunista?
Todo es fealdad, una fealdad exagerada, con el objetivo de tapar la belleza de las imágenes que produjo el CONICET (y que Werner Herzog estará envidiando). Hemos visto “el tejido mismo de la realidad doblándose bajo el peso de la pasión”. ¿No es eso hermoso?
sábado, 2 de agosto de 2025
Criollismo revisitado
Por Daniel Link para Perfil
Estoy en una esquina de la ciudad de Lima. Leo los nombres de las calles: San Martín y Sáenz Peña.
He leído, en otros carteles, Sucre, Bolívar, Junín y Ayacucho. Son los hitos (héroes y batallas) de la independencia de las repúblicas sudamericanas.
En esta esquina en particular coinciden el Libertador de América (San Martín) con “el argentino cuya voz en el Congreso panamericano opuso al slang fanfarrón de Monroe una alta fórmula de grandeza continental (“América para la Humanidad”), y demostró en su propia casa al piel roja que hay quienes velan en nuestras repúblicas por la asechanza de la boca del bárbaro” (para citar a Rubén Darío). Son nombres que intervinieron decisivamente en la formación de las sociedades criollas durante el siglo XIX, durante la independencia y después.
Pienso que las toponimias urbanas son una entrada privilegiada para el aprendizaje de la historia. Toda niña debería conocer el significado de los nombres de las calles por las que circula y, tal vez, deducir de la frecuencia de aparición de esos nombres, el tratamiento historiográfico que esos nombres han recibido.
Todo eso vuelve a Lima una ciudad profundamente familiar para nosotras porque, como señaló Borges en Evaristo Carriego, “La independencia de América fue, en buena parte, una empresa argentina; hombres argentinos pelearon en lejanas batallas del continente, en Maipú, en Ayacucho, en Junín”. La verdad del enunciado podría discutirse, pero no su entonación, que es criollista. Hay un impulso imaginario hacia lo criollo que tiñe el continente y que arrastra consigo los nombres de los próceres y los acontecimientos de los que participaron (batallas o reuniones diplomáticas).
Ahora estoy en otra esquina de Lima, para elegir el último almuerzo en la ciudad. En dos lugares nos dicen “no, no servimos comida criolla”. El desprecio globalizante hacia lo criollo nos sorprende, pero en el tercer lugar hicimos rancho: causas, ceviches, pisco sour y suspiros limeños. En el aeropuerto, como es fiesta patria, han organizado unos números danzantes: los bailarines se entregan al valsecito criollo. Y eso nos conmueve.


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