sábado, 27 de marzo de 2021
Propiedad intelectual
Por Daniel Link para Perfil
En un viaje habíamos coincidido con Miranda Pauls. Promovimos y celebramos su romance con un portentoso afroamericano que conoció gracias a nosotros. La estimulamos para que produjera una flor novísima: un Pauls afroamericano. Pero el asunto entonces no prosperó. Ahora nos enteramos de que de la unión matrimonial de Anita Pauls nacerá lo que habíamos imaginado. Nos alegramos por ella y apostamos a su felicidad pero maldecimos nuestro poco compromiso con la ideas que dejamos que se nos escurran entre los dedos.
Ahora pasó de nuevo. Le había propuesto a Rafael Spregelburd que nos lanzáramos al radioteatro para resolver la crisis sanitaria que afecta a la actuación y la dramaturgia. Rafael me contestó con vaguedades. El asunto tampoco prosperó. Ahora acaba de estrenarse Llamadas (Calls) del uruguayo Fede Álvarez en la plataforma de streaming de Apple TV.
No es exactamente un radioteatro, pero con justicia se podría caracterizar a la serie de episodios breves (alrededor de 15 minutos cada uno) como capítulos de una radionovela, porque en ninguno de ellos hay imágenes convencionales sino sólo voces, música minimalista y efectos de sonidos acompañados por unos diseños estilo “salvapantallas” de gran elegancia que ilustran el tema del relato: el fin del mundo (o mejor: del “multiverso”) como resultado de unos experimentos irresponsables.
Fede Álvarez sampleó (simplificó) algunos de los muchos hilos narrativos de Calls (2017-2020), la radionovela original francesa escrita y realizada por Timothée Hochet para Canal+, que tiene ya tres temporadas emitidas.
La mayor diferencia entre el original y la adaptación que ahora nos llega son los diseños visuales (las demás variaciones son intrascendentes).
Tenía razón Rafael: nada nuevo hay bajo el sol, ni siquiera la pereza de la crítica especializada, que no fue capaz de buscar el original en el archivo de youtube para contarnos qué nos estábamos perdiendo.
jueves, 25 de marzo de 2021
Antes de la pandemia....
¡Viva la herejía!
por Daniel Link para Soy
No se sabe bien quién ni en nombre de quiénes preguntó formalmente al Vaticano si el clero católico puede bendecir las uniones homosexuales. En todo caso no fue en nuestro nombre, cosa que la respuesta oficial de dos páginas (publicada en siete idiomas, no sea cosa que algún curita de morondanga alegue desconocimiento de la lengua) deja bien en claro.
El decreto vaticano, elaborado por la oficina de ortodoxia del Estado Pontificio, la Congregación para la Doctrina de la Fe, fue negativa, lo que no puede sorprender a nadie.
Mucho más sorprendente es que en los fundamentos de esa negativa (que, se aclara, no se aplica a las personas homosexuales sino a los actos que realizan y los encastres físicos a los que se entregan) se insiste en caracterizar a la sexualidad homosexual como “intrínsecamente desordenada” dado que el plan de Dios, para las uniones matrimoniales, es que éstas contribuyan a la creación de una nueva vida, cosa que las uniones homosexuales no están destinadas a conseguir (está la ciencia, diríamos..., pero ese es otro enemigo del que podemos prescindir en estas líneas).
Dios, dice el documento, “no bendice ni puede bendecir el pecado: bendice al hombre pecador, para que reconozca que es parte de su plan de amor y se deje cambiar por él”.
De modo que, señores, señoritas y señorites, la Iglesia no bendecirá ninguna unión que no reproduzca la moral héteropatriarcal.
TODAS LAS BODAS Pero aclaremos los tantos, porque nuestras uniones han sido bendecidas innumerables veces. Escribo esto en el exacto día del décimo aniversario de mi casamiento con Sebastián Freire, a quien le agradezco la paciencia durante todos estos años que nos han llevado a las bodas de aluminio (lo que no se oxida) o, si consideramos incluso los años de noviazgo, a las bodas de porcelana (lo que se cuartea). ¿Ante quién o quiénes bendecimos nuestra unión? Ante el Estado argentino, ante nuestros amigos, ante Sebastiano mártir, que presidió la fiesta ya decana y hubiera presidido también el festejo de este aniversario, si la Peste (para la que el mismo santo sirve de protector) no nos lo hubiera impedido. Y San Sebastián, lo sabe cualquier catequista, está más cerca de Dios que los funcionarios vaticanos. O sea: nuestra unión, si así lo quisiéramos, también estuvo bendecida por Dios, porque es tanta idolatría pensar que una estatuilla es aquello que representa como arrogarse el derecho a la representación de la voz divina.
Vivimos en pecado y desarrollamos una sexualidad intrínsecamente desordenada (que los testamentos caracterizan como onanista, un desperdicio). No sólo eso, sino que además disfrutamos de ella. Y no sólo eso, sino que desarrollamos formas de amor que decididamente son una protesta contra el orden de la moral héteropatriarcal.
Dicho esto, agradezcamos a la Iglesia su negativa a bendecir lo que hacemos y lo que somos porque gracias a esa posición que ve como inmundicia lo que desde nuestro punto de vista es belleza, es seguro que seguirán reproduciéndose las disidencias sexuales, en rizos espiralados cada vez más sutiles (algunos de ellos, para las personas de mi generación, son ya casi incomprensibles).
HIJXS DEL PECADO Doy un ejemplo: hace unos días yo esperaba que mi madre se recuperara de una intervención quirúrgica menor en un famoso nosocomio de la zona norte de la provincia de Buenos Aires, puesto bajo el patronato del Opus Dei. Sabido es que en situación de espera es difícil leer o mirar una serie en el celular así que me dediqué a escuchar conversaciones. Las señoras hablaban de comuniones, negocios de ropa para esos acontecimientos, intercambiaban números de celulares para invitarse al lanzamiento de nuevas líneas de textiles.
Para no gritar, decidí abrir la aplicación Grindr y de inmediato me asaltaron los que imaginé de inmediato como hijos de esas señoras: tenían 18 y 19 años (ninguno más de 21) y las cosas que me proponían ruborizarían al libertino más afiatado. Por supuesto, como no soy de la zona y hay ríos en los que ya no pesco (un poco por aburrimiento, otro poco por falta de tiempo), me quedé meditando. Lo que pensé entonces vale ahora después del Decreto condenatorio del Vaticano: Gracias, gracias, gracias, querida Iglesia Católica Apostólica Romana (lo mismo podría agradecerse a cualquier otra iglesia monoteísta).
Gracias a Ustedes, como ha señalado la Dra. Taube (esa eminencia danesa invocada por El beso de la mujer araña de Manuel Puig) nuestros hijes, hijas e hijos, tan necesaries para poder continuar nuestras vidas de pecado, seguirán reproduciéndose porque nada es más claro que el deseo de apartarse de una norma violenta que ha producido de manera directa tantos crímenes y torturas, tantas decapitaciones y hogueras, tanta pena. Les mandamos un Papa Peronista pero no hay caso. Dios es el Amor (o viceversa). Nosotres somos el Amor. Ustedes son un Terror antiguo.
Con alumnos así...
.... una puede jubilarse tranquila:
"(...) No sé qué quiero decir con todo esto, porque el objetivo de este mailing sigue siendo vender mis cosméticos. Anotación al margen: el otro día, a raíz de mi mail en que comparaba estos anuncios tallerísticos con la venta de cosméticos, me escribió un profesor muy querido a quien hace mucho tiempo que no veo para contarme una anécdota: “¿Te acordás de Buenos Aires No Duerme? Yo di ahí, alguna vez, a las tres de la mañana, una charla llamada ‘La belleza’. En la cola había gente rara. Cuando les preguntaron qué esperaban... contestaron, precisamente, consejos y trucos de estilismo y cosmética.
Así que tu encendido detractor dio sin quererlo en la tecla: todas somos peluqueras.”
La venta de belleza siempre tiene algo raro, porque la belleza por definición es lo inútil, lo que sobra, lo que no tiene función." (Santiago Llach)
sábado, 20 de marzo de 2021
Negras planeras
Por Daniel Link para Perfil
En un reciente artículo, irreprochable en todas sus líneas, Verónica Gago analizaba el concepto de “tarea esencial” en el capitalismo sanitario actual. Concluía diciendo que “es una concepción del trabajo lo que está en juego, de quién produce valor y qué modos de vida merecen ser asistidos, cuidados y pagados, y también de dónde vendrán los recursos si apuntamos a una reorganización global del mundo del trabajo”.
Por fortuna el artículo salió publicado en inglés. Será casualidad o escucha atenta, pero la administración Biden empezó a pensar en esa dirección y presentó al parlamento un proyecto de ley que incluye un experimento sobre ingreso universal. Algunos ya se habían realizado en los Estados Unidos a nivel municipal (Stockton), pero ahora el asunto alcanza escala nacional.
El proyecto de ley incluye cláusulas para otorgar pagos únicos de mil cuatrocientos dólares a las personas que ganan menos de ochenta mil dólares al año y para aumentar el seguro de desempleo en trescientos dólares por semana hasta principios de septiembre. Nada de eso sorprende.
Lo novedoso es que se propone un crédito tributario por hijos, con montos anuales de 3.600 dólares por cada menor de seis años y 3.000 para los de seis a diecisiete años.
Esta nuevo crédito fiscal funciona de manera diferente a todo lo ensayado hasta ahora: “a partir de julio y hasta diciembre, el gobierno federal enviará dinero cada mes a los padres por cada hijo que tengan, independientemente del estado laboral de la familia, y el saldo restante se desembolsará una vez que las familias presenten su impuestos el año próximo” (The New Yorker).
La herramienta (que se espera dure en el tiempo, más allá de la pandemia) elevará sobre todo el nivel de vida de millones de mujeres y sus hijes. Además de ese costado “feminista” (porque premia sobre todo a las trabajadoras informales, las más explotadas del sistema), se prevé que el plan contribuya de manera desproporcionada en favor de las familias negras e hispánicas, con lo cual se convertirá en un dispositivo de contrapeso racial de gran envergadura, como nunca hasta ahora se ensayó en los Estados Unidos.
Uno de los objetivos del programa, y aquí es donde el clamor de Verónica Gago se cruza con una política “real” es el apoyo al trabajo de cuidado no remunerado de las mujeres, esas “tareas esenciales” sistemáticamente invisibilizadas.
Es un experimento, y no se sabe bien cómo resultará, pero al menos la experiencia de Stockton (citada como antecedente) ya contradice la cantinela que los conservadores suelen repetir respecto de la renta básica universal: poner plata en el bolsillo de los sectores más vulnerables es invitarlos a no trabajar nunca más.
Lejos de eso, el experimento presupone que podrán mejorar sus emplazamientos laborales, sin el estrés de la miseria.
sábado, 13 de marzo de 2021
La campaña electoral ha terminado
Por Daniel Link para Perfil
Hoy mi mamá (86) recibió la segunda dosis de su vacuna rusa. El sábado pasado murió de COVID un tío mío, que no había alcanzado a vacunarse. La madre de una amiga (que vive en Barcelona pero viajó con urgencia) está desde hace semanas en terapia intensiva con pronóstico incierto, sin vacuna. La madre de otra amiga tuvo COVID, pero como había alcanzado a darse la primera dosis, la infección fue leve. Son los casos más cercanos, que agotan más o menos todas las posibilidades combinatorias entre edad de riesgo e inmunización. Seguramente se multiplican por cientos y por miles.
Eso permite evaluar los altísimos niveles de angustia de la población ante el quimérico y errático plan de vacunación que se nos ha impuesto, plagado de posiciones estratégicas y de escasez de dosis.
El plan de vacunación ha sufrido un golpe mortal de credibilidad en las últimas semanas y, lejos de revertirse, cada día que pasa muestra más agujeros, más arbitrariedades y más deshumanización por parte de quienes son los encargados de administrarlo.
Cada vacuna mal asignada cuesta una vida en alguna parte, y no se sabe cómo hay gente que es capaz de minimizar semejante ecuación. ¿Será que, como el bello Moyano, piensan que todo el asunto es un poco psicosomático?
Beatriz Sarlo (con una generosidad que yo no comparto) dijo que quienes vulneraron el orden de prioridades deben de estar viviendo “un infierno ético”. Lo más probable es que ni siquiera. No porque sean personajes entregados al Mal absoluto, sino por frivolidad.
Puesto a imaginar cómo fueron capaces de anteponerse a si mismos por encima de los demás tampoco creo que el miedo ante la propia enfermedad haya sido el único motor. Seguramente habían confiado en las promesas gubernamentales: durante el verano íbamos a tener decenas de millones de dosis disponibles. Si iba a ser así, no era tan grave saltearse un lugar en la fila y privilegiar los propios 30 años de edad, con una mínima relación con la burocracia partidaria, antes que los más de 70 de cualquier jubilado de quien, por lo general, nadie se entera ni lo que piensa ni lo que sufre.
Por razones bastante incomprensibles, sin embargo, esas dosis no llegaron ni llegarán antes del inminente otoño lo que, lejos de provocar la indignación de los estratégicos aumentará sólo su codicia: lo poco que venga será para los happy few, antes de que empiece el manoseo propio de la campaña electoral.
sábado, 6 de marzo de 2021
Santa Federica
Por Daniel Link para Perfil
El Complejo Teatral de Buenos Aires ya ha puesto en línea la penúltima aventura de Vivi Tellas (hay que ser precavidos porque mientras uno escribe estas magras líneas es probable que Vivi ya esté dando formas a un nuevo sueño).
Esta vez se trata de “Muy Bodas desangre. Un biodrama trágico”, una experiencia realizada a partir de la imposibilidad. Habiendo recibido la encomienda de imaginar una puesta para ese peso pesado, Bodas de sangre de Federico García Lorca (Vivi había ensayado una primera titubeante aproximación a su universo con la puesta de La casa de Bernarda Alba), Tellas, el elenco y el equipo de trabajo se encontraron de pronto en situación de aislamiento: había que imaginar cómo seguir.
La opción más fácil hubiera sido seguir como si nada, y volcar la dramaturgia y la coreografía en una película lorquiana (ha habido tantas...).
Pero Vivi es enemiga de la facilidad (no de la gracia, que tal vez ella lleve en si desde la cuna) y, asociada con Agustina Comedi, produjo tres registros videográficos en los que el elenco va mezclando sus propias tragedias amorosas con algunas líneas del texto lorquiano en unos monólogos de rara intensidad, especialmente porque a priori uno diría que la intensidad de Federico es bastante difícil de alcanzar. Pero para desmentir el prejuicio, sugiero dejarse llevar por el monólogo que pronuncia Rita Pauls, de una belleza y una emoción que en estos tibios tiempos distanciados nos arrastran a ese pozo en el que las niñas de Lorca se están ahogando.