A partir de su fundación en 1978, la
Fundación GreenThumb (GT) fue convirtiéndose en el programa más
importante de jardinería urbana de los Estados Unidos. En Nueva York
asiste a 500 jardines comunitarios y a cerca de 20.000 jardineros.
Su misión es fortalecer la
participación cívica y apoyar a los barrios para que revitalicen y
preserven sus espacios públicos o privados sin construir (lo que
nosotros llamamos "baldío", y que constituye una de las
marcas más características de paisaje urbano porteño).
El programa GT provee materiales y
asistencia técnica a los jardineros voluntarios para que administren
los recursos verdes del barrio.
Si bien los jardines GT existen a lo
largo y a lo ancho de toda la ciudad de Nueva York, la mayoría de
ellos se localizan en comunidades económicamente desaventajadas, que
reciben fondos federales para cultivar los espacios abiertos y
producir desarrollos económicos (huertas urbanas, inclusive).
Los jardines urbanos no son sólamente
hermosos sino que además contribuyen a desarrollar otras iniciativas
comunitarias. Algunos jardines son cultivados colectivamente,
mientras otros son divididos en pequñas parcelas, cada una de ellas
regenteada por un jadinero diferente (o un grupo, o una familia).
Muchos jardines comunitarios comparten ambas modalidades y tienen
áreas comunes y sectores "privados". En algunos casos, el
modelo mixto ha funcionado mejor que cualquiera de los otros
separadamente.
Otras organizaciones con el mismo
propósito o espíritu son Green Guerillas y la New York State
Community Garden Program (ésta última, estatal, como su nombre lo
indica). Movimientos semejantes existen en Canadá, Australia,
España, Alemania (donde los jardines urbanos se
llaman"Schrebergarden"), etc.
La sensación extraordinaria de entrar
en esos jardines donde conviven plantas de tomates, árboles
frutales, hierbas finas, especies exóticas y los más autóctonos
yuyos en un desorden calculado, para sentarse a ver a los jardineros
trabajando, se parece bastante a la esperanza.
Imaginen que los baldíos de Buenos
Aires dejen de funcionar como basurales o como estacionamientos y se
conviertan en vergeles cuidados por los colegios, los jubilados del
barrio, y donde tanto puedan encontrarse tomates de verdad como
flores de todas las especies.
Imaginen la playa de estacionamiento de
Paraguay y Azcuénaga convertido en un vergel puesto al cuidado de la
Universidad de Buenos Aires. Imaginen toda la vera del Riachuelo
tapizada de jardines urbanos y huertas comunitarias (hace veinte años
existe un proyecto semejante: se llama Deslímites y en la
recuperación de la cuenca del Riachuelo-Matanzas, hoy todavía tan
degradada, cumplían un papel central los jardines de este tipo).
Imaginen la sabiduría de la tierra
recuperada en pleno centro, a lo largo y a lo ancho de la ciudad de
Buenos Aires, como sucede en la esquina de la calle 9 y la avenida C
en la ciudad de Nueva York, donde escribo esto.