miércoles, 30 de octubre de 2024

Latinajos y vedettismos

El esfuerzo se agradece Carlitos.

La primera vez que lo decís, el caso de mundo está mal. Es "Sic transit gloria mundi", y es la gloria DEL mundo y no en el mundo (en cuyo caso la "o" habría sido legítima).

 

Al final se corrige así que ahora lo entiendo: dijo “mundo” al principio, porque si no se le despistan los telespectadores. Y por ahí creen que es una forma de lenguaje inclusivo.

Independientemente de las identificaciones (o no), la exhibición de carnes de vedette es rara…..




sábado, 26 de octubre de 2024

Avifauna bonaerense

Por Daniel Link para Perfil

Almorzaba en la galería de adelante. Las perras dormitaban bajo la mesa, deshechas de calor.

Me quedé observando a un pajarito juntando ramas para su nido. Es una hipótesis, porque agarraba un palito y levantaba vuelo con destino a la copa de algún árbol y después volvía a hacer lo mismo. Debería saber más de pájaros para deducir de ese comportamiento el género y la clase de nido.

Lo que a mí me sorprendió fue que hiciera sus tareas a poco más de un metro de nosotras (las perras y yo), como si no nos temiera.

Al día siguiente de esa escena sucedió otra similar. Yo regaba (en verdad, abandono la manguerita donde pienso que hace falta, mientras sigo escribiendo; cada tanto la corro de lugar). Se había formado un charco y venían unos pajaritos a bañarse. Cuando fui a mover la manguera, los pajaritos colorados y grises se apartaron un poco pero no abandonaron sus juegos acuáticos. Una vez más, parecía que no me temían.

Eso me alegró un poco y me imaginé como aquella vieja loca de Mi pobre angelito, que fungía de percha para las palomas. Detesto a las inmundas palomas, pero por suerte no hay demasiadas acá: habrá aves de rapiña que las espantan.

Tampoco hay loros, esa otra plaga sonora. Tengo amigos con casas en la provincia en cuyos jardines es imposible conversar por el estrépito del lorerío.

Los que yo veo y con los que vivo son pajaritos de esos pequeñitos, elegantes, idiotas (de donde viene la caracterización “cabeza de pajarito”), pero que cantan divino todo el día. Me gustaría, como dije, saber las variedades, porque no es lo mismo un benteveo (no he escuchado trinar a ninguno, todavía) que un cuclillo (aprendí algunos nombres de la Lista actualizada de las aves de la provincia de Buenos Aires).

Una vez, se cayó un nido sabe Dios de dónde. Gaby Bejerman, de visita, se empeñó en salvar al pichoncito de su muerte segura. Por supuesto, cuando se tuvo que ir me lo dejó a mi y pese a mis ignorantes esfuerzos (o precisamente por ellos), a los dos días el pichón había muerto.

Mis pajaritos son criaturas delicadas y frágiles y me pregunto si la progresiva confianza que tienen conmigo no se les volverá en contra, cuando se crucen con uno de esos niños asesinos que gustan de matar aves a cascotazos.

 

jueves, 24 de octubre de 2024

The World Humanities Report

 Aquí puede leerse mi contribución al World Humanities Report. Y aquí, la versión de lo mismo en castellano.

Como decía Auerbach: “Nuestra patria filológica es la Tierra (la nación ya no puede serlo)”. El espíritu no es nacional: Paupertas e terra aliena.

Y también: perfectus uero cui mundus totus exilium est (Hugo de San Víctor): ése es el debido amor al Mundo.


sábado, 19 de octubre de 2024

Roma eterna

Por Daniel Link para Perfil

En una escala aeronáutica, empiezo a ver una película promocionada como “surrealista y de suspenso”, para comprobar la degradación del nombre de la vanguardia más longeva del siglo XX.

La premisa de la película es de una estupidez pasmosa. Cuenta una reunión de viejos compañeros de colegio o de universidad con motivo del casamiento de uno de ellos. Invitan al “resentido” de entonces, que se presenta con un juego grupal que ha desarrollado en su compañía de software: mediante un sencillo dispositivo, las personas pueden cambiar de cuerpo. Los amigos, no se entiende bien por qué deficiencia mental, se someten con algarabía al intercambio de cuerpos (ojo, tampoco se trata de ponerse cachondos: las chicas con las chicas y los chicos con los chicos). Las muertes, como era de prever, se desencadenan. Pero me detengo en lo primero que les impresiona: verse desde fuera.

El asunto es interesante desde el punto de vista existencial: mirar a los padres es verse a uno mismo desde fuera (porque, inevitablemente, seremos atraídos hacia esos modelos de comportamiento), etc... Pero también sucede cuando se viaja y se experimenta lo mismo.

Estar en Roma es como ver la identidad rioplatense fuera de uno.

Es como un espejo deformante, porque se ve en su total pureza aquello que hemos adaptado, disuelto, mezclado, precipitado, pero que sigue en el fondo, haciéndose notar.

Por ejemplo la intensidad italiana, que después de un par de semanas se vuelve un tanto agobiante (“si no hay trauma, no hay amor”, repiten los intelectuales y los artistas italianos un poco en broma y bastante en serio), queda disuelta en el bullicio hispánico, el ensimismamiento indígena y el humor judío y juntos producen un ambiente estilístico y una tonalidad afectiva muy diferente de los excesos operísticos romanos.

Por otro lado, ¿tienen los romanos la chance de verse desde fuera (de si)? Probablemente no, dado que han sido desde siempre el centro del mundo, y tal vez por eso cultivan la diferencia mínima: allí todo es napolitano, calabrés, siciliano, veneciano, florentino, milanés.

Habrá que estar en el norte, pienso, para poder ver a Roma desde fuera, para encontrar lo romano levemente descolocado, brillando en soledad. 

 

sábado, 12 de octubre de 2024

El espacio fotográfico

Por Daniel Link para Perfil*

Hoy es un día de incontables celebraciones no del todo convergentes aunque coincidan en el mismo día y recuerden el mismo acontecimiento. En Argentina se festeja el Día del Respeto a la Diversidad Cultural, mientras que en España y en sus embajadas se brinda por el Día de la Hispanidad. Chile llama a recordar el Día del Encuentro de Dos Mundos (designación que me parece extremadamente feliz). Nicaragua prefiere recordar el Día de la Resistencia Indígena, Negra y Popular y Venezuela se contenta con recordar la Resistencia Indígena. Mientras Estados Unidos recurre al sistema de estrellas (Columbus Day), México y Perú reinvindican las tradiciones precolombinas con sus respectivos Día de la Nación Pluricultural y Día de los Pueblos Originarios y del Diálogo Intercultural. Más teórica, Bolivia ha fijado el Día de la Descolonización y Bahamas y Belice, indiferentes a los rigores del exterminio y el extractivismo, llaman al 12 de octubre Discovery Day y Pan-American Day.

En Roma, donde estamos ya preparando las valijas para volver a casa, una amiga italiana tuvo que decidir ayer entre concurrir a la Embajada de España para el consabido brindis o una reunión de consorcio: se decidió por lo segundo, mucho más decisivo para su vida cotidiana. Nosotras, en cambio, dedicamos la jornada a supervisar los últimos detalles del montaje de la muestra fotógrafica de Sebastián Freire “Corpi senza padroni” que inaugura hoy, en la galería Roma Smistamento. Si bien la muestra replica la exitosísima “Cuerpos sin patrón” del año pasado en Valencia, su apertura en un día tan especial le da un sentido específico.

Diversidad, resistencia, multinaturalismo y diálogo son palabras que le cuadran bien a una muestra que exhibe y celebra cuerpos que se apartan de las normas hegemónicas y se postulan como espacios legítimos del goce y del pensamiento.

En Europa, donde la mayoría de las violencias coloniales encontraron su punto de condensación afectiva y teórica, son curiosamente reacios a percibir las tonalidades de piel de quienes, por “no-blancos”, sufrirían con certeza las requisitorias migratorias. Les llaman más la atención las morfologías óseas (las narices, los pómulos, las frentes), como si en esas profundidades se cifrara alguna verdad que las superficies impiden apreciar. Metafísicas de la carne, se dirá. Pero también estereotipización: aquello que no responde al arquetipo proponderantemente andino de lo americano no tiene la misma consistencia exótica.

Con los cuerpos trozados, intervenidos, escritos, en fin: signados (y esos signos son signaturas que a veces se identifican con la esfera humana pero a veces no) la disidencia parece más legible pero al mismo tiempo menos radical que la de aquellos cuerpos que sencillamente se abandonaron al hambre, a la gula, al pecado.

En ese límite que la corrección política no alcanza se cifra el secreto del arte de Freire, que apuesta a la felicidad y a la celebración antes que a la queja. El espacio fotográfico como el lugar del abandono y la alegría.

 

*Para nuestra sorpresa, la columna aparece reproducida en el sitio Calamuchita ya pero atribuida a un tal Hugo Filártiga, a quien ya le pedimos que aclare la situación y que envíe los datos impositivos del sitio para enviar la correspondiente factura.

hugo@calamuchitaya.com / +54 351-550-78-56

 




sábado, 5 de octubre de 2024

Los secretos del abanico

Por Daniel Link para Perfil

En viaje laboral, me reservo una tarde para ir a uno de mis lugares predilectos de Valencia, la casa de Abanicos Carbonell (fundada en 1810), atendida hoy por Guillermo y Paula Carbonell, cuarta y quinta generación de una familia dedicada a la fabricación de abanicos artesanales. Guillermo es bisnieto del fundador (Arturo Carbonell Rubio) y cuenta: “A mi padre le sucedí yo iniciándome en este artesano trabajo hace mas de 40 años y aprendiendo todos sus secretos”.

Uso los abanicos Carbonell desde hace más de diez años y vuelvo siempre porque mientras yo pueda volver a esta tienda sé que el mundo tiene un centro y un sentido.

Esta vez, después de una tarde plagada de desencuentros, les llevé un abanico con una varilla despegada para que le hicieran el service. Guillermo estaba de mal humor y al principio dijo que no, que la chica se había ido, que volviera otro día, pero después salió Paula, con cola y pincel en la mano y me dijo que ella lo arreglaba.

Ya con el abanico en la mano, comenzó a negar con la cabeza y desplegó ante mí uno de los secretos del abanico. “No es sólo una varilla... Mire aquí, está viciado”….

Pegó la varilla y otra más que ella había descubierto despegada, pero le parecía que ese service no iba a durar porque el abanico “busca el vicio”.

La acompañaba una mujer más joven (¿su hija, la tataranieta del fundador? ¿o una empleada?) que se reía junto con nosotras. Luego entendimos que el vicio adviene cuando el abanico no se abre y cierra por sus pliegues sino por donde se le da la gana: ahí empiezan los problemas, que ya no terminan más.

Por supuesto, compré uno para reemplazar el viciado y les conté que el último que había comprado fue para mi hija, “uno blanco” dije. “De novia”, dijo Paula. Sí, le dije yo. Y le dije más: ya se divorció. 

 

Pues yo llevo ya para 46 años. Son las nuevas generaciones, dijo Paula, que no aguantan nada, y señaló a la que supongo era su hija, otra señora, como si fuera el vivo ejemplo de la disolución del contrato matrimonial (y, por lo tanto, de quién sabe qué vicios).

“Yo aguanté 25 años, que es bastante”, dijo ella muerta de risa. Razón le dimos, desde ya, sobre todo porque el “aguanté” indicaba antipatriarcado silvestre.

Me volví con dos abanicos, uno nuevo y lleno de ilusiones y otro ya muy ahíto de vicios. Paula había insistido en que comprara uno del mismo color del que había llevado, azul, pero yo preferí llevar uno negro porque allí donde hay esperanzas y vicios, es seguro que más tarde o más temprano habrá duelos.