En un artículo publicado hace poco más de una semana en la revista virtual Planta, Lucía Bianco y Luciano Campetella evalúan tres experiencias culturales en comunidades del sur de la provincia de Buenos Aires. Entre ellas se encuentra Archivo White, el proyecto de teatro documental que desarrollamos en el museo.
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Debemos concluir que Arte y reconciliación es víctima de una combinación desafortunada: pereza intelectual e inconsistencia metodológica. Bianco y Campetella ven poco, no les interesa (o no están en condiciones de) ver más, lo poco que ven lo reducen a una relación mecánica de causa – efecto, y cuando se les presenta alguna complejidad, la suprimen sin más y siguen adelante. ¿Es posible reflexionar sobre un conjunto de prácticas a partir de 11 líneas de texto? ¿Es posible cuestionar prácticas que en el artículo nunca se abordan? Para reflexionar sobre algo primero hace falta conocerlo; hace falta investigación, claridad, método, un poco de lucidez, y paciencia, fundamentalmente paciencia, para escuchar primero, y para poder desarrollar un argumento después.
Pero Bianco y Campetella no escuchan; se niegan a prestar atención a Pedro Marto y a Pedro Caballero en escena, ignoran cada palabra que dicen, cada silencio, ignoran cada movimiento que hacen, cada gesto, ignoran lo que los rodea. Sólo reclaman un marco general que los contenga, los filtre, los vuelva explicables y dóciles a la comprensión. Los elementos para construir ese marco, como vimos, están en Ferrowhite, pero hay que trabajar para extraer de ahí un relato, y ese trabajo es colectivo, presupone la dificultad de su construcción, y la voluntad de prevenirse de usos tan limitados. Lo que a su vez presupone la creación de un espacio común donde la construcción de ese relato sea posible, y en principio un par de preguntas: quién integra ese espacio y quién no, quién tiene derecho a ser escuchado y quién no (y agregaríamos: bajo qué condiciones). No son preguntas inocentes, y nos devuelven al problema de cómo hacerse cargo de la distancia, y cómo negociarla teniendo en cuenta las diferencias de clase, de edad, de formación, de expectativas, etc.
Para Bianco y Campetella la solución parece ser acentuar la distancia hasta volverla insalvable, para luego ocuparla en el rol de mediadores exclusivos (¿ese es el rol del intelectual crítico?) y producir un doble silenciamiento: del obrero, que de ahora en más será traducido/explicado/normalizado por el relato general, y del espectador/público/lector condenado a escuchar una voz en off que le va diciendo qué tiene que ver y cómo tiene que entender eso que ve.
Marcelo Díaz y Nicolás Testoni
Bahía Blanca, Julio de 2009
9 comentarios:
Para cualquiera que haya visitado un museo como Ferrowhite, lo escrito por Bianco y Campetella suena poco convincente. Para los que no, ahí está la respuesta de Díaz y Testoni. Pero lo que es verdaderamente un misterio, es como se aplicaría la lectura de Bianco y Campetella al propio Museo del Puerto en el que trabajan, un proyecto que siempre me pareció más interesado en ampliar la mirada propia que en reducir y negar las miradas de los otros.
comentario de la directora de las obras de Archivo White en http://hoynotengoqueirabosnia.blogspot.com/
Soy de Bahía pero vivo en Buenos Aires hace dos años. Me da un poco de pena que las producciones culturales de allá se hagan conocidas acá tan sólo a partir de este tipo de conflictos.
Tal vez la farandulización de todo termine haciendo del campo cultural una nueva guerra entre divas (o tal vez siempre fue así).
Por si acaso, marchen postulaciones para reemplazar a Rial y Luis Ventura.
Esto no solo tiene que ver con el proyecto de teatro de Ingeniero White. Participé de algunas de las actividades de Estación Pringles y les puedo asegurar que la experiencia tiene poco o nada que ver con lo que dicen en Planta. Lo de estos críticos es medio un papelón.
Ser común: no creo que una polémica como la que aquí se recoge constituya "farandulización" alguna. Es más, no creo que los que en ella han intervenido constituyan "farándula" (bien cierto es que la nuestra es bien mediocre, pero esta gente está en otro lugar y no creo que les cuadre el mote de "divas").
Concuerdo en que la gente de la revista aplicó no sé qué manual setentista, y lo hizo bastante mal.
Saludos
Linkillo: concuerdo en que la polémica no constituya farandulización en sí ni sus actores sean "divas"; me referí más bien al gesto de ignorar las producciones culturales bahienses (y de otros lados por extensión) o sólo nombrarlas en el caso de que haya una suerte de conflicto interno.
No intenta ser una crítica sino un aporte: sería bueno ver en los espacios culturales de Buenos Aires más producciones de otros lados. La exogamia siempre resulta interesante.
Bueno, si el conflicto aporta visibilidad, bienvenido sea. En todo lo demás, de acuerdo con vos en prestar atención a las excentricidades. No siempre, sin embargo, es culpa de quien mira sin ver, sino de la escasa fuerza de los proyectos.
Saludos
Yo también puse un granito de arena, desde otro lugar, en www.museomarino.blogspot.com.
A mí no me parece que las producciones culturales de Bahía Blanca deban ser conocidas en Buenos Aires por ninguna razón, salvo cuando el prestigio puede traer plata. Pero el resto del tiempo se discuten problemas que son locales y no veo por qué eso tendría que tener notoriedad a nivel nacional (es decir en Buenos Aires); en todo caso lo que pone este tema sobre el tapete es la decisión de dos bahienses de comenzar una polémica local en un medio porteño, eso sí que es para pensar.
No planteo que necesariamente las producciones bahienses tengan que hacerse conocidas en Buenos Aires; en todo caso propongo que para los que vivimos en Buenos Aires, poder tener acceso a producciones de otros lados puede hacer del campo cultural porteño un espacio más interesante.
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