domingo, 18 de julio de 2010

El elefante y su relación con el arte

Por Daniel Link para Perfil Cultura

Para los espíritus más exigentes, la analogía nunca perderá su carácter sospechoso como método argumentativo.
El reconocido historiador marxista Eric Hobsbawm alguna vez razonó que la posguerra (y con mayor intensidad la década del sesenta y la cultura con ella asociada: la cultura pop) era equivalente al neolítico.
Podría pensarse que, en efecto, las transformaciones tecnológicas involucradas en ambos períodos son de tan vasto alcance y transforman de forma tan radical la cualidad de lo viviente que las experiencias de esas eras podrían ser homologables.
Hobsbawm es lo suficientemente viejo como para presuponer en sus lectores (una masa de público ilustrado) una cierta experiencia del mundo y la cultura y su analogía parece querer responder a la pregunta sobre cómo habrá sido la experiencia del neolítico: “¿Recuerdan los cincuenta y los sesenta? Más o menos así”, parece ser su respuesta.
Pero la cualidad del tiempo y su experiencia son seguramente inconmensurables (en un caso, un tiempo histórico muy especificado, en el otro, un tiempo pre-histórico, anterior a la escritura y a los demás sistemas de registro), tanto como la experiencia del poder y del Estado en relación con lo viviente, con lo cual la analogía pierde parte de su fuerza: sí, tal vez puedan considerarse análogos esos dramáticos procesos de cambio en las condiciones de posibilidad de las formas de vida, pero los resultados son, sin duda, otros. El neolítico marcha hacia la escritura (es decir, hacia su propio fin). La cultura pop marcha (marchó) hacia Youtube (es decir, hacia su perpetuación indefinida).
Ciertos antiguos compañeros de trabajo en PayPal (un sistema electrónico de giro de remesas de dinero que, si ya no lo ha hecho, transformará la economía mundial), Chad Hurley, Steve Chen y Jawed Karim, fundaron YouTube Inc. ayer nomas, en febrero de 2005. El mito quiere que los colegas (dos ingenieros y un diseñador) se lanzaran a la enterprise cuando comprobaron las dificultades para compartir videos tomados en una fiesta (no se han revelado mayores detalles sobre la índole de la party o partusa). La historia, sencilla y verosímil (“¡pero cómo no se me ocurrió a mí!”) halaga el gusto del público y heroifica al entrepeneur, esa deidad de nuestro tiempo.
Cinco años después, podría decirse (si la analogía pudiera sostenerse), Youtube equivaldría al paleolítico, en el sentido de que no es que cambie las condiciones de vida del ser humano, sino que establece las condiciones de posibilidad de hegemonía de una especie sobre otra (o de una especie para el control total del mundo).
Que hoy la posibilidad de poder total pase por una tecnología de archivo visual no deja de ser fascinante, lo que hace de YouTube uno de los dispositivos de más profundo alcance antropológico (de todos los muchos que la red nos ha regalado). YouTube es hoy el gran museo de lo viviente (las costumbres, los estilos, las artes, la memoria, las especies: todo está allí, al mismo tiempo visible y oculto, como una voz atronadora que, sin embargo, insistiera en sostener que su mayor potencia es su silencio.
Activado como dominio en Internet el 15 de febrero de 2005, el 23 de abril de ese año fue cargado el primer video, Me at the Zoo, cuya única línea de sentido es: el elefante tiene una trompa muy, muy larga, y cuya única diferencia con el paleolítico es que el sujeto que pronuncia tales palabras no es un cazador nómada sino un joven que visita un zoológico.
De inmediato, los usuarios comenzaron a subir todo y cualquier cosa (y lo que no atravesara las barreras morales de YouTube encontraría alojamiento en XTube). Mucho más que el final de la era de los videoclips distribuidos por canales específicos, el suceso exponencial de YouTube significaba el fin de la industria del entrenimiento (incluida la publicidad) como hasta entonces se la conocía (Time Warner y Nike fueron los primeros megainversores del proyecto, que terminó integrándose a la corporación Google a partir de 2006, cuando fue evidente para sus ejecutivos que el sitio competidor que habían creado no tenía chance alguna), el fin de la sociabilidad (incluidas las prácticas sexuales) con la forma que tuvieron hasta entonces, y el fin de los museos y las pedagogías de la memoria como hasta entonces habían sido sostenidos.
Detengámonos en este último punto, que una noticia reciente viene a subrayar. Youtube no reduplica el espacio museográfico (y sus estrategias memorialistas), repitiendo lo que ya existía en otra parte, sino que transforma radicalmente la relación entre la memoria y el olvido, entre lo presente (el presente) y lo ausente (el pasado), por la masividad de su alcance y porque carece de criterios curatoriales, es decir, de principios de conservación, ordenación y catálogo. Todo está en YouTube: desde la conversación entre Pasolini y Ungaretti, en una playa, sobre sexualidad humana, hasta el concurso de pedos de adolescentes borrachos de Oklahoma.
Un desorden semejante puede ser mejor o peor evaluado, pero lo cierto es que obligó a los curadores de la Fundación Guggenheim (una empresa multinacional que alguna vez supo ser un museo) a asociarse con YouTube y con Hewlett Packard para patrocinar una muestra bianual de “videos creativos” que recorrerá las sedes Guggenheim del mundo. Hasta finales de este mes, cualquiera podrá colgar su video en YouTube/Play para aspirar a convertirse en uno de los 20 seleccionados para participar de la primera edición del acontecimiento “efímero” -así caracterizado por Nancy Spector, subcuradora de arte contemporáneo de la Fundación Guggenheim, quien se apresuró a aclarar que no había premio alguno de por medio, apenas el deseo de saber “si Internet está generando nuevas formas de arte”.
Uno diría que un propósito semejante puede cumplirse sencillamente consagrando algunas horas a la navegación de YouTube (cosa que los "curadores" invitados por el sitio han hecho para conmemorar su quinto aniversario, Pedro Almodóvar entre ellos), pero los comisarios de las instituciones que intervienen deben de estar tan ocupados organizando almuerzos para discutir las tendencias del arte contemporáneo que eligieron no la vía del scouting y el contrato (que las discográficas y los estudios de televisión realizan desde hace años: véanse los casos de Soulja Boy, Esmee Denters, Arnel Pineda o Fred Figglehorn, estrellitas pop surgidas de YouTube) sino la del veredicto: “nosotros, en ejercicio cabal del comisariato y la curaduría y con los poderes que la ancienne muséographie nos ha otorgado, declaramos que, por aquí, pasa el arte”.
La presunción de autoridad sería meramente risible si, en verdad, no desnudara la desesperación de los museos por atrapar aquello que se les escapa entre los dedos: el arte con mayúscula y con hache, los dispositivos de legitimación y de control de la esfera de lo artístico, el memorialismo en todas sus formas (YouTube incluye todo el cine, toda la televisión, todo el arte, todos los recorridos museísticos, todos los parques temáticos, toda la literatura, todos los gestos y todas las algarabías), una cierta soberanía y un poder de sanción en un reino devastado por la marea pop, equivalga ésta a un paleo o a un neolítico. Tanto entonces (antes del tiempo) como ahora (después de la Historia), puesto un elefante en el bazar, los resultados son bien previsibles.
El lanzamiento de YouTube/Play debería recordarse precisamente por el ruido de cristalería rota y como el intento desesperado por conservar una ilusión de total control a todas luces fuera de registro, de época: en la canaleta del tú, nadie quiere ser interpelado por algo distinto de su propio deseo.


3 comentarios:

Lorenza Murió dijo...

me encantó,
igual que el texto acerca del Pulpo.

rafaawa dijo...

Ya hay varios antropologos haciendo etnografia de youtube, y hay un antropologo que se llama Michael Wesch que es bueno. Aca hay una intro antropologica a youtube http://www.youtube.com/user/mwesch#p/u/3/TPAO-lZ4_hU donde va analizando la mutiplicidad de elementos que convergen en youtube. Al principio cuenta sobre la diferencia entre lo que eran las grandes cadenas de television produciendo contenidos y lo que hace youtube donde la mayoria son videos que ven menos de 100 personas. Entre 1948 y 2008 las 3 grandes cadenas de TV yanquis produjeron 1.500.000 horas de contenido. Esa cantidad la produjo youtube en solo 6 meses del 2008.

Dumas, el extraño dijo...

Muy bueno el texto, la verdad muy didáctico. Copado.

Le dejo un blog mío con textos por si le da curiosidad http://www.ellocodearriba.blogspot.com/

si le parecen buenos o malos, hagamelo saber. Debe tener una buena opinión al respecto.