Como no uso twitter ni facebook, me entero tarde y mal de ciertas
predilecciones populares (o sea: recién cuando llegan a la primera
plana de los diarios). Vuelvo al país después de un viaje de
trabajo y todo el mundo canta y baila la cumbia de las calzas. Voy a
una cena familiar y me preguntan si vi lo que tal puso en twitter
sobre mí. “No, no uso twitter”. Pero es fácil enterarse. Y la
mayoría de las veces no vale la pena detenerse sobre lo que alguien
dice que uno ha escrito porque se trata de un error de lectura,
cuando no de mala fe. Sin embargo, cierta persistencia en el error
nos obliga a alguna aclaración. He publicado una serie de columnas sobre los escándalos que
envuelven a la figura vicepresidencial y hasta he señalado el daño
que provoca la ocupación de un cargo que compromete seriamente la
sucesión soberana. En mi sitio personal, esas columnas pueden
encontrarse bajo el título “Boudoudeces”. Me he expresado con
toda la claridad de la que soy posible en contra de magistrados como
el Dr. Oyarbide, que tanto daña la imagen de Justicia, todas las
veces que hizo falta. He comparado al Sr. Pichetto con un Neanderthal desencadenado y a la Sra. Conti con un lagarto de más allá de la galaxia y he caracterizado algunas viejas alocuciones presidenciales
como “primeras deposiciones”. Soy de los que piensan que la corrupción es una lacra que arruina todo vínculo social, más allá de la política (hubo corrupción en
los países comunistas; es de prever que la haya en las sociedades
poscapitalistas cuyo advenimiento esperamos). Ahora bien, puesto a analizar el discurso político, lo que me
importa es otra cosa: el doble juego entre lo que se enuncia y lo que
se hace, los lugares desde donde se dice lo que se dice, el
permanente sufrimiento al que nos someten los políticos con sus
discursos insensatos (bien porque carecen de sentido o bien porque
están saturados de él que nos resultan opacos), es decir: asuntos
ligados antes con el análisis de lo que circula que su condena. Si no hubiera corrupción, ¿entonces qué? ¿Estallaríamos de
gozo ante los agujeros discursivos del poder? ¿Aplaudiríamos a un
gobierno que sostiene que el gasto turístico desequilibra la balanza
comercial y pone en riesgo las reservas monetarias? ¿Consideraríamos
positivo a un modelo de desarrollo fundado en el consumo?
¿Adoptaríamos como adecuadas a nuestra percepción de la realidad
las estadísticas urdidas sólo para intervenir en los calendarios de
pago de la deuda externa? Un poco por eso, mi situación es incómoda: mis amigos
oficialistas me dicen “gorila” en las fiestas de cumpleaños
porque yo nunca voté y nunca votaría a quien no necesita de mi voto
porque su deseo pasa por reinar (al ritmo de la cumbia, últimamente),
pero ciertos formadores de opinión que no reniegan del aplauso fácil
de los trolls me acusan de cristinista y, en el colmo del
error, de kirchnerista. A ellos les digo: e pur si muove.
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ARTISTAS PROFESIONALES Y ARTISTAS TRABAJADORES.
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*Estabilizaciones y burocratizaciones varias.*
*El arte es más destrucción de sentido que construcción de sentido.*
*T.W.Adorno*
Me gustaría discutir un p...
Según uno de los contadores de visitas que instalé en el blog, mucho más nuevo que el de shinystat, hemos sobrepasado, gracias a la fidelidad de los lectores, hoy viernes santo, 1001242 visitas. Como no recuerdo cuándo lo instale (aparentemente hacia junio de 2011, disconforme con el conteo del anterior) la cifra no sirve para demasiado. El de shinystat lo instalé el 23/12/04 y ya está por alcanzar los 3.000.000 de visitas. Nada, comparado con las cifras que en las TMA (Tecnologías del Mal Absoluto: facebook y twitter) se manejan. Pero acá somos buenos sin claudicación.
Gracias a los 535 participantes suscriptos a este sitio y a los 220 que me tienen en sus círculos.
1 comentario:
Es así Daniel, hay gente que en época de De la Rúa revolvía la basura y hoy tiene una 4 x 4 y vota a gente que nos va a llevar de regreso al 2001 sin escalas...
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