Por Daniel Link para Perfil
Hay un debate persistente alrededor de un tema viejo y anacrónico. En campaña, algunas candidatas presidenciales (incluyo en este colectivo, como corresponde, a los postulantes masculinos: la Solano, la Larreta, la Grabois, la Moreno) han levantado la bandera del liberalismo a ultranza: “basta de retenciones a las exportaciones”.
Ese debate ya saldadísimo se remonta por lo menos a 1763, cuando Luis-Paul Abeille publicó su “Lettre d'un négociant sur la nature du commerce des grains”. Esa carta fue seguida por unos Principes sur la liberté du commerce des grains (1768), donde el fisiócrata abogaba por la libre producción, el libre comercio, la libre exportación (en suma: el libre abuso) y proponía una cuasi metafísica de la plantación: “Acontecimientos tan decisivos como aterradores, y siempre los mismos, advierten que el régimen de un Comercio tan complicado como el del grano está más allá de las fuerzas del hombre más superior, y que, en consecuencia, es imprescindible abandonarlo a sí mismo”.
Muy pronto el ancien régime se toparía con los revolucionarios de 1789, ebrios de reglamentaciones. Bastante después, Foucault encontraría en Abeille, quien era consciente de que las formas de gobierno liberal corren siempre el riesgo de generar su propio monstruo, una figura con potencia para rebelarse contra el propio sistema. Para Foucault, que encuentra allí los fundamentos para su teoría del poder y de la resistencia, esa figura insumisa predicha por Abeille se reconoce por el nombre “pueblo”.
Hagan los que mejor les parezca, pero aténganse a las consecuencias, previstas desde el fondo de los tiempos.
1 comentario:
Escribo esto aquí porque, en algún momento, usted fue profesor mío. Hoy fui a votar y pregunté: qué pasa si no paso la boleta por la máquina? A lo que la autoridad de mesa me dijo que iba a consultar. "Doblás la boleta electrónica, cortás el troquel, y lo depositás en la urna de CABA. Es un voto nulo". Eso hice, mientras decía, "es una vergüenza que todo el mundo se esté enterando de mí voto". Que yo sepa, el voto sigue siendo secreto. Además de que las autoridades no sabían la diferencia entre impugnado y nulo, porque al principio me dijeron que era impugnado.
Cada vez siento más impotencia frente a este mundo que me lleva puesta, y que exige hasta datos biométricos para registrar el acceso de los empleados, en un establecimiento que depende del gobierno de CABA.
Saludos
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