2016 recién comienza y una amiga expresa su preocupación y su angustia en un grupo de whatsapp del que participamos: “No sé si podré aguantar hasta 2017”. Comparto su preocupación: ¿qué será de la Resistencia? Ya ha demostrado que es capaz de asestar duros golpes al corazón mismo del Estado, pero tampoco sabemos muy bien qué pasará con el Estado, cuál será su forma definitiva, si es que alguna alcanza a tener una: ¿un Estado liberal o un Estado fascistoide (con el que parece, nos sentimos más a gusto, para patalear a nuestras anchas y rasgarnos las vestiduras: “¡Qué barbaridad!”?
Contra todo lo previsible, el Parlamento voló por los aires sin
previo aviso, y aunque pensábamos que tendríamos al menos unos meses de
paz para dedicar a los asuntos familiares, todo parece indicar lo
contrario. Las fuerzas del Mal y del Bien no conocen ni años bisiestos,
ni recesos. Todo ha quedado librado a un juego de barones cada vez más
crueles y cada vez más enloquecidos a los que sólo parecen importarles
(vieja historia) los territorios y las alianzas con traficantes de toda
laya.
Todo esto le digo a mi amiga, como para que comprenda que comparto su preocupación pero ella estalla en carcajadas (es un decir: escribe emoticones).
Me dice: “No, a mí no me importa tanto como a vos que la Primera Orden haya destruido la República y que la Resistencia haya destruido el grueso de la Orden, dejando a la Galaxia sin Estado, librada a sus propias fuerzas centrífugas”. “La anomia”, escribo yo. “No: yo no aguanto hasta 2017 sin saber de quién es hija Rey”.
El grupo sale de su sopor acalorado y se barajan diferentes teorías familiares. Todo parece indicar que Rey es hija de Luke Skywalker (lo que a mí me parece un tanto disparatado). Decido suspender mi veredicto hasta que vea El despertar de la fuerza por segunda vez, porque hay partes a las que no presté la debida atención. De todos modos, desbrozo un análisis parcial: quien abandonó a Rey a su suerte y le dijo que esperara su regreso no puede ser el Bien, porque no es loable dejar una niña en un planeta hostil, para que se muriera de hambre. Si ése fue Luke, su relación con la fuerza buena debió haber estado comprometida.
Mi marido sostiene, en cambio, que Rey es hija de Han Solo y de Leia (es decir, hermana de Ben) y que si no la han buscado antes no es porque no tuvieran razones sino por (cambio de nivel de análisis) la típica manía de J.J.Abrams en relación con lo evidente: no hace falta decirlo. El abrazo entre Leia y Rey, bastante débil para tratarse del reencuentro entre una mala madre y una hija abandonada, lo explica por la frialdad emotiva de la generala Organa o (cambio de nivel de análisis) por el talante empastillado de la actriz.
Yo trato, sin abandonar el punto, de volver a mis preocupaciones iniciales: que Rey sea hermana o prima de Ben no es poca cosa, porque, como se trata de una matriz trágica, de ella se derivará la suerte del Estado.
El encuentro del Padre y del Hijo en un camino angosto sella la suerte de Tebas y funda una moral, una vez que el Hijo mata al Padre. El encuentro del Padre y del Hijo en una plataforma angosta sella la suerte de la Resistencia y de la Primera Orden, esas fuerzas en conflicto, una vez que el Hijo mata al Padre. Sólo que esta vez hay una Antígona que mira. Se me mezclan las tragedias. En este caso (que supone que Rey y Ben son hermanos de sangre), Antígona y Orestes no son aliados contra la madre y la madre nada tiene que ver con la muerte del padre.
En fin, ya veo que me voy a pasar el verano y parte de 2016 releyendo los ciclos de la tragedia clásica. Pasolini alguna vez soñó con una Orestíada Africana y ahora tenemos que lidiar con una Orestíada galáctica.
En un caso y en otro, si los motivos trágicos importan es porque lo que estamos discutiendo es la forma del Estado Universal Homogéneo. Francia ya dio sus pasos en una dirección: el Estado de excepción extendido en el tiempo no hace más que subrayar el carácter totalitario de la forma estatal que se nos viene encima.
Más domésticamente, el Mal está por todas partes: en la Resistencia, en la Nueva Orden, en el Senado y en los organismos de Seguridad (particularmente).
Habrá que esperar hasta 2017, a ver qué onda.
Todo esto le digo a mi amiga, como para que comprenda que comparto su preocupación pero ella estalla en carcajadas (es un decir: escribe emoticones).
Me dice: “No, a mí no me importa tanto como a vos que la Primera Orden haya destruido la República y que la Resistencia haya destruido el grueso de la Orden, dejando a la Galaxia sin Estado, librada a sus propias fuerzas centrífugas”. “La anomia”, escribo yo. “No: yo no aguanto hasta 2017 sin saber de quién es hija Rey”.
El grupo sale de su sopor acalorado y se barajan diferentes teorías familiares. Todo parece indicar que Rey es hija de Luke Skywalker (lo que a mí me parece un tanto disparatado). Decido suspender mi veredicto hasta que vea El despertar de la fuerza por segunda vez, porque hay partes a las que no presté la debida atención. De todos modos, desbrozo un análisis parcial: quien abandonó a Rey a su suerte y le dijo que esperara su regreso no puede ser el Bien, porque no es loable dejar una niña en un planeta hostil, para que se muriera de hambre. Si ése fue Luke, su relación con la fuerza buena debió haber estado comprometida.
Mi marido sostiene, en cambio, que Rey es hija de Han Solo y de Leia (es decir, hermana de Ben) y que si no la han buscado antes no es porque no tuvieran razones sino por (cambio de nivel de análisis) la típica manía de J.J.Abrams en relación con lo evidente: no hace falta decirlo. El abrazo entre Leia y Rey, bastante débil para tratarse del reencuentro entre una mala madre y una hija abandonada, lo explica por la frialdad emotiva de la generala Organa o (cambio de nivel de análisis) por el talante empastillado de la actriz.
Yo trato, sin abandonar el punto, de volver a mis preocupaciones iniciales: que Rey sea hermana o prima de Ben no es poca cosa, porque, como se trata de una matriz trágica, de ella se derivará la suerte del Estado.
El encuentro del Padre y del Hijo en un camino angosto sella la suerte de Tebas y funda una moral, una vez que el Hijo mata al Padre. El encuentro del Padre y del Hijo en una plataforma angosta sella la suerte de la Resistencia y de la Primera Orden, esas fuerzas en conflicto, una vez que el Hijo mata al Padre. Sólo que esta vez hay una Antígona que mira. Se me mezclan las tragedias. En este caso (que supone que Rey y Ben son hermanos de sangre), Antígona y Orestes no son aliados contra la madre y la madre nada tiene que ver con la muerte del padre.
En fin, ya veo que me voy a pasar el verano y parte de 2016 releyendo los ciclos de la tragedia clásica. Pasolini alguna vez soñó con una Orestíada Africana y ahora tenemos que lidiar con una Orestíada galáctica.
En un caso y en otro, si los motivos trágicos importan es porque lo que estamos discutiendo es la forma del Estado Universal Homogéneo. Francia ya dio sus pasos en una dirección: el Estado de excepción extendido en el tiempo no hace más que subrayar el carácter totalitario de la forma estatal que se nos viene encima.
Más domésticamente, el Mal está por todas partes: en la Resistencia, en la Nueva Orden, en el Senado y en los organismos de Seguridad (particularmente).
Habrá que esperar hasta 2017, a ver qué onda.
1 comentario:
Fijate a quienes les gusta Star Wars
http://www.lanacion.com.ar/1858466-star-wars-enamora-a-creativos-y-emprendedores
Ahora me dió miedo verla!!!
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