miércoles, 12 de noviembre de 2008

El lugar sin límites



Se sabe que Buster Keaton tenía prohibido reírse por contrato, para mejor provocar el efecto cómico buscado. De los textos de Bellatin no podría decirse lo mismo: nadie les prohibe reir, y si ellos eligen no hacerlo es porque han olvidado el sonido de la risa o porque consideran que no hay de qué reírse. En cuanto al efecto cómico, libran a la inteligencia del lector el saber encontrar esos puntos donde el desasosiego se transforma en alegría.

La ausencia de risa en los textos de Bellatin no es un síntoma de pesadumbre, sino todo lo contrario: la liberación de esa potencia de toda servidumbre, de todo pacto y de toda interdicción. ¿No es la suspensión de las servidumbres, los pactos y las interdicciones lo que los textos de Bellatin muestran una y otra vez como efecto de un desastre del que no se sabe bien si los mismos textos son su causa o su consecuencia? Decidir sobre este punto, sin embargo, importa poco: en Bellatin, el desastre es su propia inminencia y la condición de posibilidad de la des-escritura que sus textos vienen exponiendo con tenacidad. El desastre oscuro es el que lleva la luz, y hay que saber encontrar esa claritas con la que los textos de Bellatin apáticamente siguen (en el sentido teatral) la danza de unos fantasmas cuyos nombres, si alguna vez supimos, hemos confundido para siempre. La apatía tal vez sea el hogar, acaso inesperado, de la felicidad y del olvido.
El único enemigo, en estos textos que se postulan como fotos imaginarias, es la realidad (es decir: la cultura). El texto que abre este volumen y el que lo cierra son explícitos en este punto, un tesoro para los cazadores de escenas de lectura/ escritura: el que hace quince años, en alguno de los inéditos que el libro recupera, era un escritor, se ha transformado ahora en una fotógrafa que usa la cámara sin presionar jamás el obturador. Lo fotográfico, dice Bellatin (cuyo arte, en este punto, al mismo tiempo que la homenajea, se aparta de la fotógrafa mexicana Graciela Iturbide) no es del orden del registro, sino del encuadre. Nada más hace falta, y la escritura debería ser capaz de aprender esa lección. El texto no es una ensoñación, sino una fantasmagoría. El texto no es un registro de nada más que un gesto.

Daniel Link

Mario Bellatin, uno de los más importantes escritores contemporáneos, ha reunido en este libro Condición de las flores y Textos de la Underwood (anotados por Graciela Goldchuck).

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