Para Link, la cátedra Literatura del
Siglo XX tenía algo de excesiva. “Cuando empezamos, todavía podíamos
pensar ese campo como el campo de lo contemporáneo y, dado el carácter
experimental del curso, nos obligamos a inventar una pedagogía y un
punto de vista: leemos literaturas europeas como literaturas indígenas”, puntualizó.
“Hoy el siglo XX es equivalente a la Edad Media y nos exige que nos volvamos archivistas -dijo
anoche sentado ante un pupitre cubierto con una tela bordó-. Aceptamos
el desafío porque nos parecía que, poco a poco, el siglo XX había sido
invisibilizado. Desde hace diez años empezamos los cursos, demostrando
que el siglo XX tuvo lugar, y que no fue solamente una pesadilla de la
que convenía despertarse. Ahora bien, ese trabajo, que sigue
pareciéndonos necesario y fascinante, nos aleja de lo contemporáneo.
Segundo límite, entonces: pensar la propia práctica como una
intervención de archivo o como una intervención de presente. Al elegir
el presente, conviene dejar descansar los clásicos del siglo XX. O fijar
la mirada en otra cosa”.
Cuando Link comenzó a dar clases en Puan, lo bautizaron el “profesor pop”. “Luis Sandrini había
sido, previamente, el ‘profesor hippie’ -dijo-. Un poco por eso resultó
que este, mi último curso en la facultad llevó por título ‘Ideas de
pueblo’. Una de las ideas de pueblo que trabajamos fue la que lo define
como el que otorga la soberanía por delegación al Senado; es la versión
que nos llega desde Roma. Pueblo se opone a Senado. El
liberalismo mersa que actualmente gobierna la Argentina ha interpretado
esa oposición como Pueblo vs. Casta, lo que no es del todo incorrecto.
Pero a nosotras nos obligó a pensar cómo y por qué el Pueblo decide
delegar su soberanía en aquellos que serán sus verdugos, algo que pasó
varias veces durante el siglo pasado. Hay también otras ideas de Pueblo,
por ejemplo esa que usan como coartada los gobiernos para desplegar sus
fantasías, por lo general de exterminio. En nombre del Pueblo, se crean
campos de trabajo forzado para homosexuales, judíos y gitanos o
clínicas para la experimentación sobre enfermos mentales, adictos o
discapacitados”.
“Si abrazábamos la
causa pop, nos adheríamos a una filosofía pop, que tiene dos nombres
propios: Deleuze y Guattari -destacó-. Fuimos deleuzeanos militantes
hasta que el señor Milei apareció en el horizonte. Hoy ya no
podemos sostener la misma convicción acríticamente: hay que separar el
pensamiento anarco de Deleuze, y todas sus figuras, del anarcocapitalismo. Esa
tarea es extremadamente compleja pero necesaria: no podemos dejar que
se confunda un cierto pensamiento con el vacío de todo pensamiento que
caracteriza al anarcocapitalismo que hoy reina entre nosotras”. En la
clase, conjugó la primera persona del plural en femenino. “No se trata
de alcanzar la libertad, sino de encontrar una salida”, advirtió.
Y
prosiguió: “Sumemos a todo eso que yo ya voy a alcanzar la edad
jubilatoria según el régimen especial de los docentes-investigadores. Y
no tengo ganas de que el actual gobierno cambie las reglas de juego
meses antes de alcanzar ese derecho, que no es un privilegio. Prefiero
pensar el presente alejado de las máquinas y de las instituciones que
son, ellas mismas, picadoras de carne que abrazan cada cable y cada chip
con algarabía; prefiero revisar mis convicciones detrás de
escena, para volver a decir o lo mismo u otra cosa, pero en todo caso,
remixado, vuelto a poner en una circunstancia, la actual, que no
esperábamos vivir. Mi generación ha podido superar con dificultad la
dictadura y otros momentos críticos como el menemismo y el 2001.
Seguramente los jóvenes, debidamente entrenados en las lecturas que
hacen falta, podrán superar la fuerza de la barbarie reinante, que
pretende que todo pensamiento crítico es basura o ¡comunista,
comunista!”.
La cátedra seguirá su marcha. “Habrá concursos, que esperamos no estén amañados como los últimos que organizó el Departamento de Letras,
a los que se presentarán los integrantes del equipo, la mayoría de los
cuales llevan ya veinte años de trabajo conjunto ininterrumpido, y
varios me acompañan desde el comienzo -dice Link a LA NACION-. Pero, por
supuesto, lo que vendrá será un día nuevo en el desierto. Para quienes se queden en la cátedra y para mí, que la dejo, también. Un nuevo día, una página en blanco. Eso me espera. Eso espero que me espere”.
Tras el estreno de la película Puan, dirigida por María Alché y Benjamín Naishtat, ¿Puan se puso de moda? “No, no está de moda -responde Link-. Sigue siendo el mismo ambiente de fantasía de siempre”.
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