Qué sé yo.
Testimonio, experiencia y subjetividad
Además de señalar que "la guerra de 1914-1918 marca el comienzo del testimonio de masas" [1], Annette Wieviorka interpreta el juicio de Adolf Eichmann (Jerusalem, abril de 1961) como un punto de inflexión a propósito de la construcción de la memoria de
Como se recordará, el abogado representante de la acusación (Gideon Hauser) decidió apartarse de la lección de Nüremberg (oportunidad en la que el peso de la prueba había descansado sobre todo en lo escrito) y basó su caso en los testimonios de las víctimas (sobrevivientes, "testigos").
Incluso sus interrogatorios usaron la estrategia de la remisión a "la memoria". Como en muchas ocasiones a lo largo de su deposición Eichmann habría consultado documentos antes de dar una respuesta, Hauser se impacienta y lo interpela:
Fiscal.-Por una vez, ¿es posible hablar sin la ayuda de los documentos, y apelar a su memoria? ¿Es imposible?
A. Eichmann.- Pero yo querría explicarlo, porque...
Fiscal.- Sin explicaciones[2]
La operación de Hauser (que hay que entender en en el contexto de una determinada forma de la imaginación) habría liberado, según Wieviorka, las palabras de las víctimas generando, al mismo tiempo que un relato nacionalitario fundacional, una demanda universal de testimonio.
[1] Wieviorka, Annette. L'ère du tèmoin. París, Plon, 1998
[2] Brauman, Rony y Sivan,Eyal. Elogio de la desobediencia. (guión de la película Un especialista. El juicio de Eichmann en Jerusalén). México, FCE, 2000, pág. 110-111.
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