Por Daniel Link para Perfil
Me adormezco con el control remoto de
la televisión en la mano, circunstancia que una de mis gatas
aprovecha para sentarse encima. El zapping felino se detiene en un
ronroneo de voces que me despierta. Veo en la pantalla a dos persona
que admiro, Michel Foucault y Guillermo Martínez. Uno es el autor de
libros decisivos en mi formación; el otro, de novelas que he leído
con pasión de aficionado a las matemáticas y los juegos de
lenguaje. Pero me doy cuenta de que algo no está bien.
Primero, Foucault y Guillermo Martínez
hablan en un castellano muy correcto sobre el porvenir económico de
Argentina. Segundo, “Foucault” no tiene puesta su característica
polera, sino que usa una camisa a rayas más bien horrible.
Me doy cuenta de mi error. Son el Sr.
Carlos Pagni y el Sr. Nicolás Dujovne en el programa Odisea
argentina que transmite TN y al que nunca habría llegado por mis
propios medios. Acepto el mandato gatuno y me quedo mirando el
programa, cuya malevolencia me divierte y cuya información encuentro
muy fundada. Hablan bien (en fin: dicen que no quedaba más remedio,
independientemente de cualquier otra consideración) la decisión del
Sr. Kicillof de haber tomado deuda a tasas de casi el 9 %, muy por
encima de las colocaciones de Paraguay y Kenia).
Pero me distraigo y pienso en la
conversación que imaginé al despertar: Michel Foucault y Guillermo
Martínez hablando de razonamientos diagramáticos abstractos. Otra
clase de números: la secuencia de Fibonacci y los archivos de la
modernidad.
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