Hace tantos años cuantos me dedico a
la docencia vengo predicando a mis alumnos de todos los niveles, en
la cárcel, en las universidades, en los colegios: nunca contesten
encuestas con la verdad. Si no les gusta mentir, usen la opción NS/
NC.
Supongo que muchos docentes harán lo
mismo, y por razones obvias: ¿para qué permitir que personas por lo
general viles obtengan un saber a partir de respuestas muy íntimas y
muy nuestras y luego transformen ese saber en mercancía que venderán
a gobiernos y partidos políticos, multinacionales y medios de
comunicación? Sabemos que el saber es poder. Y que el poder siempre
está en contra de aquellos sobre quienes se ejerce. Además: ¿cuánto
factura una consultora por una encuesta política? Miles de dólares
de los cuales ni uno solo va a parar a quienes proporcionan la fuente
de saber y, en consecuencia, de poder.
Con las redes sociales pasa lo mismo:
son el mal absoluto (digo cada vez que puedo). La “expresión”
personal no sólo es un instrumento de control social y político:
genera, una vez más, transferencia de recursos hacia sectores
improductivos, manipulación y profundización de prejuicios de todo
tipo.
De modo que más allá del descalabro
que significa este período en el que no se sabe bien quién es quién
ni cuál es su papel en una tragedia repetida hasta la farsa, me
felicito (y felicito a quienes comparten mi pedagogía) por el
resultado de las encuestas previas a las PASO.
Es ridículo y autohumillante que un
gobierno no sepa qué piensa de él la ciudadanía y tenga que pagar
una encuesta para conocer la intención de voto. ¿No es el pueblo
(sea esto lo que fuere) el fundamento de nuestra soberanía? ¿No son
capaces los gobernantes de conocer el humor de los electores, el
grado de sufrimiento que infringen o el nivel de felicidad que sus
políticas patrocinan, de gobernar para ellos? ¿No saben ni siquiera
eso y llaman a lo otro “populismo”?
No hay comentarios.:
Publicar un comentario