No hay ciudad que esté a salvo de la manía fascistoide y la maravillosa ciudad de México acaba también de sucumbir a una ley antitabaco. O no, porque por fortuna hay personas destinadas a brindar batalla contra la discriminación. En los últimos días se tramitaron ya 1.067 recursos de amparo en nombre personas físicas que “sienten vulnerado su derecho a consumir tabaco en lugares cerrados y acondicionados para ello, por lo que es necesario crear espacios para fumadores en lugares cerrados y que no afecten a los no fumadores”, según explicó el legislador del partido Alternativa Socialdemócrata Jorge Carlos Díaz Cuervo. Para su compañero de bancada, Enrique Pérez Correa (como para cualquier persona con dos dedos de frente y una capacidad de consideración del prójimo que hoy parece perdida), la Ley de Protección a los No Fumadores, que entró en vigencia la semana pasada, vulnera al menos nueve artículos constitucionales.
Antes de que venza el plazo legal previsto, el próximo 3 de mayo, se presentarán tres mil amparos más. La legislación copia ciegamente leyes similares promulgadas en los Estados Unidos y sus ciudades satélites (entre ellas la hoy ahumada Buenos Aires) . Como ahora no se puede fumar dentro de los bares de México, pero tampoco se puede beber alcohol fuera de ellos, la medida parece un ejemplo pedagógico para ilustrar lo que las corrientes más contestatarias de la filosofía contemporánea han denominado “capitalismo y esquizofrenia”, sobre todo en una ciudad como México, donde es frecuente que las personas caminen por la calle con la cara cubierta con barbijos, por los altísimos niveles de contaminación ambiental. Sobre eso, claro, como sobre el Riachuelo podrido, no se habla.
Hace unas semanas, comentaba mis progresos en la curva decreciente de cigarrillos diarios que consumo con un amigo que había dejado de fumar drásticamente. Me explicó, para mi estupor, que había dejado de hacerlo porque se hartó de que lo miraran mal por fumar y de que lo consideraran, incluso, “grasa” por hacerlo. Hasta en la tortuosa curva de las identificaciones imaginarias la discriminación hace estragos.
G. A . C. G: una literatura sobreviviente
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Hace 3 días.
2 comentarios:
Qué soberana mierda!
me enojé, la puta fumada madre que los parió a todos
DEJENME FUMAR EN PAZZZZZZZZZZZZ
Daniel, como abogado me permito insertar un comentario que tal vez se sustente en lo jurídico, empero ello no afecta el fondo de la cuestion. Creo que el tema versa sobre la pretendida absoluta libertad de fumar donde plazca. Si bien la ley no prohíbe que la gente se autolesione (y considero que la inhalación del humo voluntariamente lo es), lo cierto es que la lesión a la salud de los demás encuentra un límite. Si fumo en un lugar cerrado perjudico al resto. Qué sé yo, pienso, pero no existo...
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