sábado, 22 de febrero de 2025

Invasión extraterrestre

Por Daniel Link para Perfil

Te despertás sobresaltado y no reconocés el lugar donde estás. Tu cuerpo desnudo parece haber sido sometido a presiones e indagaciones de algún tipo, que no podés precisar porque no sentís dolor sino una especie de malestar general, casi una náusea. La misma, pensás que habías sentido la semana previa, cuando levantaste la persiana de tu casa y viste todo el jardín herido de hongos que había colonizado el terreno gracias a las lluvias y el calor extremo. Esa presencia blancuzca en medio de lo verde te pareció una especie de posesión alienígena o ultraterrena. Hasta las perras evitaban correr entre los hongos, que parecían preanunciar la corrupción de la materia.

Eso mismo sentías en ese despertar violento, un escozor dérmico, la formación de una arcada que no llegaba a cumplir su propósito, una contaminación generalizada de lo que habías considerado propio hasta entonces: tu cuerpo, ese papel, ese fuego.

Una presencia que se imponía a tu cuerpo, a la vida en general tal como la conocías. Estabas solo, pero de pronto esa presencia se materializó en dos criaturas indefinibles pero de rasgos similares, por no decir idénticos, salvo por el color de pelo.

Las dos criaturas te miraban fijamente, haciendo con sus dos manos gestos de pulgar en alto. Lejos de aceptar con beneplácito ese gesto odioso que replicaba un emoticón (que supuestamente replicaba un gesto, etc.), sentiste miedo: estabas a merced de ellos. Uno de ellos llevaba anteojos y el otro no. Eran de edad indefinida, pero tampoco era fácil adivinar su género y no tenían marcas raciales definidas. Sin embargo, de inmediato se los reconocía como del mismo planeta. Era como si sus identidades (que podían intercambiarse fácilmente) se formaran a partir de máscaras más o menos iguales con ligerísimas variaciones.

Vestían idénticamente, unos mamelucos negros muy holgados (lo que daba la impresión de que debajo de ellos había masas gelatinosas o gasterópodos). A la altura de lo que en los seres humanos marcaría la posición del corazón, cada uno tenía un distintivo tornasolado. Uno decía HW (el más pelirrojo), el otro SC (el más castaño). Taladraban la misma frase en tu cabeza: “Somos del planeta Libra. Venimos en son de paz”.

2 comentarios:

sonya dijo...

Daniel, Ni una palabra de la escena de los niños muertos y de su madre en ataudes expuestos por Hammas? Ni una palabra de la atroz puesta en escena con judios obligados rendir pleitecia a sus captores? seguro, mi querido , si esto lo hubiera hecho Israel las huestes de la izquierda se hubieran sumido en escandalosos panegíricos y hubieran rasgado vestiduras . La izquierda siempre vetusta, siempre aliada al tirano de turno nos (me tiene) tan podrida que si Milei invita a comprar terrenos en la luna y luego dice que es en Marte, lo unico que provacaria es una estentorea carcajada. Podridos como estamos ( como estoy) de quienes admiran la revolucion cubana, defienden palestina pa palestinos, pero cuando viajan eligen la comodidad de Alemania, el arte de Viena, y las letras de Paris, las calles de Barcelona, cualuquir lugar de las europas en las que el trabajo esta desregulado y el capitalismo viste sus meojres ropas y al volver dicen : "Uy, pero que atraso tenemos! " pues en serio, leer un texto como este borra la carcajada y termina uno por expeler el pedo mas oloroso que el instetino puede dar. A vuestra salud y con la admiracion de siempre.

Linkillo: cosas mías dijo...

Querida Sonya: es difícil contestar a un reclamo sobre lo no-escrito. De todos modos, me hago cargo de tu demanda y de algunos de tus subrayados (no de todos, claro). Abrazo.