jueves, 5 de mayo de 2005

Crónica

13 hombres en pugna

El lunes 18 de abril, luego de seis largos años sin presentarse en Buenos Aires y a horas de haber sido absuelto en una causa por "apología de las drogas", Andrés Calamaro inauguró puntualísimo su serie de tres funciones en el Luna Park.

Por Guadalupe Maradei A más de uno, en la víspera del recital, le habrá llamado la atención la anunciada participación de los músicos de La Bersuit Vergarabat (todos, menos su cantante), no como simples invitados sino directamente como la banda que ejecutaría todos los temas. Más de uno, incluso, habrá interpretado esta colaboración inédita como una estrategia para fusionar públicos, para que los seguidores de La Bersuit, tradicionalmente adeptos a las bandas "del palo", se sumaran a las huestes del catalogado como "pop", Andrés (y viceversa). Llegado el momento, la performance compartida, más que una mezcla forzada resultó una gran fiesta. El engranaje funcionó de manera tan fluida que todos los presentes tuvimos la certeza de estar ante el resultado de largas horas de trabajo y -por qué no- frente a un encuentro entre amigos.
No sería ésa la única sorpresa de una noche a propósito de la cual muchos detractores de Calamaro pronosticaban "más de lo mismo". El repertorio no pudo sino dejar afuera gran parte de la producción del artista, pero esto era previsible, teniendo en cuenta la enorme cantidad de canciones que Calamaro lanzó en los últimos años. La acertada selección supo conmover con hits actuales así como con clásicos de Los Rodríguez y Los Abuelos de la Nada ("Mi enfermedad", "Costumbres argentinas", "Para no olvidar").
Al margen de la banda y del repertorio elegido, párrafo aparte merecen los artistas invitados. Juanjo Domínguez, reconocido músico del mundo del tango y del folclore, aportó sus dotes de guitarrista para acompañar dos célebres tangos cantados por Andrés, que se dio el gusto de exhibir potencialidades vocales a las que nos tenía desacostumbrados). Tampoco terminó todo allí: no tardó en hacer su entrada Javier Calamaro. Los hermanos, en medio de muestras de admiración mutua, tocaron la popular "No me nombres". La aparición siguiente fue la de Juanse, guitarrista y líder de Los Ratones Paranoicos, que hizo lo suyo con los acordes demoledores de su guitarra eminentemente blusera.
Para el punto de culminación de este show siempre vibrante, Andrés Ciro y su armónica se sumaron a todo lo anterior. Resultado: trece músicos sobre el escenario con una versión de "No se puede vivir del amor", que dio pie a seductores solos, coros cruzados, contrapuntos y zapadas carentes de cualquier anhelo de protagonismo exclusivo, y que el público siguió con la misma pasión compartida que dominó el escenario.

Buenos Aires (Seminario Medios y Crítica cultural), 4/5/05

1 comentario:

Anónimo dijo...

La verdad es que esta serie de shows de Andrés fue (además de emocionante para los que esperamos y esperamos) una nueva muestra del talento de "el cantante".
El comentario de G. Maradei es fiel al espectáculo (ESPECTACULAR a mi gusto) y síntesis de una noche en la que los aplausos no bastaban.