Por Daniel Link para Perfil
El canon se armó por azar pero me
gusta lo que puede deducirse de su ordenamiento. Mi escritorio mira a
una biblioteca, a mi espalda hay otra y a mi izquierda otra más.
Adelante están Agamben, Roland Barthes, Benjamin, Brecht, Bellatin,
Lewis Carroll, Copi, Cozarinsky, Deleuze, Carl Einstein, Fogwill (la
biblioteca está ordenada por riguroso orden alfabético). Cada vez
que levanto la vista, me encuentro con alguno de esos nombres que me
sugieren algunas cosas o me reprochan otras.
Me cuidan las espaldas Ginsberg, Lorca,
María Moreno, Sylvia Molloy, Pasolini, Pezzoni, Proust, Puig, en
quienes me apoyo cuando siento que desfallezco.
Del lado del corazón están Rilke,
Rulfo, Sarduy, Walsh y Aby Warburg y, porque hice una pequeña
trampa, una sola pero decisiva concesión a mi comodidad, al alcance
de la mano, Foucault. Si hubiera seguido con el riguroso orden
alfabético, Michel habría quedado a mi espaldas, muy por encima de
los 3 metros de altura, sólo accesible desplegando la escalera que,
para los libros altos, guardo detrás de la puerta.
Como tengo con Adorno una relación más
bien distante, no me preocupa que esté, como Borges, más cerca del
techo que de mi escritorio, pero me habría resultado incomodísimo
no poder abrir un libro de Foucault o de alguno de sus comentadores
en cualquier momento con sólo extender el brazo.
Desde el punto de vista alfabético,
Foucault quedó atrapado entre Todorov y Ubersfeld. Desde el punto de
vista de su carácter inspirador, está al lado de un libro-fetiche
que me regaló Cozarinsky sobre cierta “Expedición Link” de la
que alguna vez tendré que encargarme. Allí se lee: “Link, de
cuerpo perfectamente formado, alto y de hombros anchos, bien merecía
esa voz segura y de resonancia agradable que daba a sus palabras una
firmeza indiscutible” y “Link ilustraba sus amenos relatos con
hermosas y bien ordenadas colecciones de fotografías, tomadas en su
mayor parte por él mismo”.
1 comentario:
Yo tengo mi biblioteca (tanto digital como física)dividida por países y luego por orden alfabético.
Salvo La Biblia, La Divina Comedia, El Paraíso Perdido y las Mil y una noches (o Noches Árabes), que están al principio de las mismas colecciones.
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