Por Daniel Link para Perfil
No suelo seguir la entrega de los
Premios Golden Globe porque las series que yo miro rara vez aparecen
en las nominaciones y las que se premian suelen ser ficciones que yo
jamás vería (Homeland, Mad Men, House of Cards:
pesadillas que prefiero evitar).
Este año, sin embargo, hubo dos
sutiles presencias que cambiaron mi habitual humor sarcástico en
relación con esos premios que, como el presentador Ricky Gervais
subrayó, siempre imaginé comprados (por la cadena Fox, si eso fuera
cierto, que los recibe como si fueran una lluvia de casualidades).
Estaban nominadas Flesh and Bones
(una miniserie deliciosa sobre el mundo de la danza) y Mozart in
the jungle (una serie deliciosa sobre el mundo de la música
clásica). La primera no ganó nada, la segunda (claro, la emite Fox)
ganó dos premios, incluido el premio a mejor actor para Gael García
Bernal, quien desempeña a un geniecillo mexicano de la dirección
orquestal que desbarata un poco el armónico mundo de los
patrocinadores y los directores de teatro, de los ricachones
neoyorquinos y los sindicatos de músicos.
La segunda temporada de Mozart in
the jungle (que ya va por el décimo capítulo) es mucho mejor
que la primera: Mozart ya no aparece tanto como interlocutor
imaginario del Maestro Rodrigo y una “gira latinoamericana” de la
orquesta neoyorquina permitió, incluso, capítulos enteramente
hablados en castellano. Como en la temporada anterior, no hay
conflictos estrafalarios ni trascendentales combates entre el Bien el
Mal. Se trata solamente de llevar adelante una orquesta, con todas
las pequeñas miserias que eso implica, mientras suenan los más
selectos fragmentos de música clásica (incluso: más clásica que
la que estaríamos dispuestos a escuchar).
Flesh and Bones es más sombría
y focaliza su atención en la meteórica carrera de una ballerina
(es como si se tratara de un Cisne negro mejor hecho). No
revelo el secreto del drama de la protagonista, pero en los últimos
capítulos se sabe que incluye una cuota de incesto.
Las dos series están
extraordinariamente bien narradas y todas sus partes se acomodan a un
ritmo fluido. Sus pormenores no necesitan de excesivo dramatismo: un
violinista con la casa hipotecada que finge que le robaron su
instrumento para poder cobrar el seguro, o una bailarina cuya salud
se quebranta por culpa de las dietas excesivas. Relatos puros y
encantadores de mundos precarios y en vías de extinción.
1 comentario:
Daniel, dedicale dos líneas a la pesadilla de Mad Men.
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