por Hugo Beccacece para La Nación
a invitación anunciaba "Gran Gala Modernista". El
programa de mano, que enumeraba los distintos capítulos de la fiesta,
suscitaba esperanzas e incertezas encontradas: entrega de premios a los
dos alumnos de colegios secundarios que habían ganado un concurso de
cuentos breves y otro de poesía, la final de un concurso de recitadoras
(un plato que prometía ser fuerte en su escolar perversidad), un
concierto del cuarteto de Untref y el "Grand Bal" de clausura. Se
celebraba el cierre del congreso internacional "La sutura de los mundos"
sobre la obra de Rubén Darío, organizado por la Universidad de Tres de
Febrero. El festejo se realizó en el teatro Margarita Xirgu. Antes de
que se abrieran las puertas de la sala, los invitados circulaban en el
hall. De pronto, desde el balcón del pullman, un travesti ataviado como
una vedette, montado en unos tacos que propiciaban fracturas y
esguinces, dejó caer plumas cortadas en pedacitos sobre la cabeza de los
asistentes. La platea había sido modificada, se había levantado el
corazón del patio de butacas y se había dejado una herradura de tres
filas, de modo que el centro del salón estuviera vacío, salvo por una
mesita y tres sillones.
En el escenario, el director Rubén
Szuchmacher y Daniel Link, vestido con una levita y con una cadena al
cuello de la que colgaba una condecoración nicaragüense que acababa de
recibir, actuaron de maestros de ceremonias. Szuchmacher, al principio
del acto, no sólo recitó el poema Caupolicán, también lo
escenificó. Cuando dijo los versos "robusto tronco de árbol al hombro de
un campeón / salvaje y aguerrido...", se vio aparecer por la entrada de
platea, a un joven atlético, no demasiado vernáculo, los fornidos
músculos al desnudo, cubiertas las vergüenzas por una breve tela de
inspiración indígena, llevando sobre un hombro en lugar de un tronco un
dorado candelabro de pie, de esos monumentales como los que Luis II de
Baviera utilizó para decorar el Salón de los Espejos del castillo de
Herrenchiemsee.
Hubo
otro recitado escenificado de intención más espectacular y mundana.
Mientras se escuchaban los versos de "Era un aire suave...", apareció la
marquesa Eulalia, la de las risas y desvíos dedicados "al vizconde
rubio de los desafíos y al abate joven de los madrigales". No sólo
apareció en el recitado, también apareció en el teatro, con un vestido
largo de tul blanco, echada la cabeza hacia atrás para destacar la línea
del cuello. Reía la marquesa en silencio como en el cine mudo, sentada a
un sillón; pronto tuvo enfrente al vizconde rubio (no era tan rubio) y,
poco después, a Daniel Link, abanico rojo en mano, que la acompañó en
las risas. Por una puerta lateral entró Mercurio, invocado por Darío en
la poesía. En esta ocasión, Mercurio se había encarnado en un mulato al
que le habían dorado el cuerpo perfecto con un barniz, lo que daba como
resultado una piel verdosa. Mercurio estaba desnudo, salvo por un
tapasexo, ya que no taparrabo: el rabo estaba íntegramente expuesto en
todo su esplendor juvenil y le arrancó a Sylvia Molloy la exclamación:
"¡Tiene un derrière...!" En efecto, lo tenía. También estuvo la
Diana de Darío, interpretada por una actriz envuelta en tules blancos y
cortos, que dejaban ver muslos poderosos. Diana daba saltitos mientras
agitaba arco y flechas; Mercurio, en cambio, era una estatua inmóvil.
Entre
recitado y recitado, se desarrolló un breve concierto. El notable
Cuarteto de cuerdas Untref interpretó movimientos sueltos de obras de
Alberto Williams, Julián Aguirre, Teresa Carreño, Arnold Schönberg,
Claude Debussy y Maurice Ravel. Por último, Szuchmacher invitó al baile,
que se inició con Danubio azul. El vals tiene un ritmo
envolvente y exige movimientos envolventes, sin embargo, los bailarines
porteños se entregaron a una danza curiosamente ortogonal. Movían las
piernas con rigidez de hojas de tijera que se abrían y se cerraban casi
con chasquidos marciales.
En
los palcos y platea estaban Aníbal Jozami (el único de esmoquin), Diego
Bentivegna, Sylvia Molloy, Edgardo Cozarinsky, Arturo Carreras, Tamara
Kamenszain, Raúl Antelo, Carlos Battilana, Daniel Link, Diana Wechsler,
Noe Jitrik, Sebastián Freire, María Moreno, Laura Isola y Jorge
Telerman.
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