Por Daniel Link para Perfil
Ciertos acontecimientos últimos de la
política argentina lo llevan a revisar sus lecturas de infancia. Así
las piensa él, pero en verdad fueron sus lecturas de los veinte
años, el primer tercio de su vida.
Al tercer intento encuentra lo que
buscaba. En 1957, el año de su nacimiento, Jacques Lacan había
dicho que “el emisor
recibe del receptor su propio mensaje bajo una forma invertida. Así,
lo que quiere decir «la
carta robada»
es que una
carta llega siempre a su destino”. Si una carta “puede sufrir una
desviación, es que tiene un trayecto que le es propio”. ¿Qué
hay de propio y de impropio en el Correo Argentino, empresa del
Estado, no importa quien la maneje, porque sin correo no hay Estado?
Piensa que su amiga, con la que juega al tenis cada quince días, se
equivoca: Trump y Macri no se parecen tanto. El primero es un
empresario desbocado, el segundo es algo peor: un contratista del
Estado que, cansado de lidiar con el interés común, decide llevarse
al hombro lo que le sirvieron en bandeja. Al ideal (horrendo, pero
ideal al fin) del primero se oponen las estrategias de zorrito del
segundo.
Las
historias heredadas siempre ponen al sujeto en un punto de inflexión.
Parece que éste ha llegado a un momento trágico en el que se juega
no tanto la suerte del país (a eso estamos ya muy acostumbrados)
sino, como corresponde en una tragedia, el de una familia soberana.
Macri ha recibido su propio mensaje, “No saquearás”, de forma
invertida. Habrá que ver qué hace con ese sobre envenenado.
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