Se conoce que los líderes de la prensa
vernácula se entrenaron en la debatología propia de los Estados
Unidos, porque convocaron a neurolingüísticas, semiólogos,
expertos en kinésica y otros tarambanas para que opinaran sobre lo
evidente (aquello de lo que cualquier espectador más o menos atento
pudo darse cuenta).
A mí me gustó en especial el loop en
el que entró el Sr. Gómez Centurión cuando empezó a repetir el
mismo párrafo aprendido de memoria y no pudo salir de ahí (creo que
todavía sigue diciendo lo mismo, y creo que las campanillas le
siguen recordando que está completamente fuera de los Tiempos).
Por mucho menos que eso a cualquier
pelotudo lo declaran incompetente en un tribunal y lo
lo mandan a la casa. Él, sin embargo, sigue como candidato a Papa patrio.
El Sr. José Luis Espert fue el único
que me hizo pensar, a pesar de su desparpajo de taxista que se las
sabe todas. Entre varios brulotes, dijo algo importante: hay que
sacarle a los sindicatos el manejo del sistema de salud.
Esa relación de dependencia sirve
solamente para fomentar la corrupción, del mismo modo que el
abrumador sistema impositivo que sufrimos. Si es cierto que más del
cien por ciento de las ganancias de una empresa se van en impuestos,
es lógico que los productores evadan.
Hay que nacionalizar el sistema de
salud (las retenciones en concepto de “obra social” que vayan a
un sistema centralizado) y racionalizar la carga impositiva.
¿Quién está en mejores condiciones
de encarar esas tareas? Ésa es la cuestión.
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