Por Daniel Link para Perfil
Es difícil encontrar un momento más alto de la imaginación pop que el video de Adriano Celentano cantando la extraordinaria canción “Prisencolinensinainciusol”, lanzada en 1973 y todavía vigente (la serie Fargo la incluyó en su banda sonora, Maluma la ha cantado).
En la escena (disponible en youtube), Celentano hace de profesor en una clase para señoritas montada en un estudio de televisión. Lo primero que hace es tomar lista. Las chicas le responden “presente” poniéndose de pie. La última nombrada, Barbra Streisand, está ausente. Y es lógico, porque su lugar es la cultura industrial (donde encuentra su sentido) y no la cultura escolar. De inmediato, una alumna se levanta y le pregunta al profesor por qué ha escrito una canción con palabras que no significan nada.
Antes de responder, el profesor pregunta cuál cámara lo está registrando, acentuando la superposición (la mezcla) de registros culturales: el escolar y el televisivo. Luego Celentano explica el gesto de la canción: “yo entiendo que en el mundo no nos entendemos más... Y por eso he considerado oportuno hacer una canción sobre el tema de la incomunicabilidad. No nos comunicamos, somos Incom. Satisfecha, la alumna se sienta pero el profesor le dice que permanezca de pie porque no ha terminado de hablar (subraya así el gesto áulico, la relación despareja de poder y de saber propia de la escuela). La canción, dice Celentano, deja como referencia una sola palabra, Prisencolinensinainciusol, es decir: amor universal.
Terminada la explicación, el profesor toma lección a las alumnas, que deben repetir las partes del coro desde sus pupitres, mientras el profesor baila con una agitación de caderas poco pedagógica.
La canción es una respuesta a la hegemonía norteamericana, que exporta su cultura industrial sin mayor interés en que sea comprendida. La canción de Celentano está pronunciada en inglés americano, pero las palabras que se dicen son inventadas y carecen de sentido.
Al comentario existencial se suma, entonces, un comentario de geopolítica cultural. Y como corolario nos queda la constatación de la potencia de la imaginación pop, que abreva al mismo tiempo de la cultura escolar y de la industrial para sostener con elegancia sus protestas.
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