por Daniel Link para Perfil
El martes pasado me tropecé en
Bruselas y creí que me había quebrado el tobillo. Tuve que llamar
al médico del servicio de emergencias que había contratado:
diagnosticó un desplazamiento que no requería de otro tratamiento
que una venda elástica, analgésicos y una pomada desinflamatoria.
Mientras reposaba y juntaba comprobantes para el reintegro, seguía
las burbujas que llegaban desde Buenos Aires.
En una pompa de jabón, la Sra.
Fernández se refería a los saqueos como un complot y un sabotaje a
los festejos de la democracia; en otra pompa, los cantantes
subsidiados por el Estado Nacional (y que por si mismos son incapaces
de vender ni un disco) festejaban a voz en cuello sus honorarios; en
otra pompa, mi mamá me informaba que hace dos días que estaba sin
suministro eléctrico; en otra, unos vecinos de una de las provincias
donde la policía estaba acuartelada, habían tomado las armas para
defenderse y, en otra, los trabajadores de la salud también
reclamaban aumentos.
La más desagradable fue una pompa
blindada que me reventó en la cara para que yo comprendiera que el
Sr. Cristóbal López habia sido beneficiado por una condonación de
deuda de miles de millones de pesos. El 35 % adicional que me cuestan
mis medicamentos en Europa irán a cubrir el desequilibrio fiscal
producido por esa condonación (y la exención a futuro) que
graciosamente se le otorga a un empresario del juego, para que pueda
comprar canales de televisión que celebren al más cinico gobierno
en treinta años de democracia.
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