Por Daniel Link para Perfil
La gestión macrista se encuadra en el
marco de una derecha liberal que se implanta por la vía democrática
por segunda vez desde que yo tengo conciencia política en un país
más bien devastado (un poco por la anterior gestión pero, seamos
justos, por la propia dinámica histórica de este país
ingobernable). La sumatoria de menemismo y kirchnerismo no es fácil
de remontar. Sea. Pasemos a otra cosa.
Desde la derecha liberal se apela a una
transparencia discursiva maníaca y mitológica que bien pronto
revela sus opacidades: las mujeres más prominentes de la gestión
(la bellísima Primera Dama, la entrañable gobernadora, la canciller
inescrutable, la ominosa ministra de Seguridad) son “sorprendidas”
en el supermercado. Lo que sorprende es el carácter misógino y
machista de esas capturas que admiten prever otras: ellas mismas
mandadas a lavar los platos. Para corregir el defecto comunicacional,
bien pronto aparecieron fotos del Sr. Macri en el supermercado (en
actitud más paseandera que adquisitoria).
Trasladado a las decisiones políticas:
es transparente (quiero decir: es eso y nada más) la eliminación de
los subsidios bobos y el aumento a los docentes con sueldos
atrasados, pero es opaca la quita de retenciones a las odiosas
compañías mineras. Es transparente la eliminación del cepo
cambiario pero es opaquísima la indiferencia ante la salvaje
escalada de los precios. Es muy opaco el asunto Milagro Sala. ¿Sabrá
alguien manejarlo? Un vidrio es transparente hasta que se ensucia con
sangre.
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