Por Daniel Link para Perfil
No hace falta imaginar el delirio y la
exageración de los festejos por el Bicentenario que el régimen
anterior nos hubiera deparado: Boudou repartiendo billetes
conmemorativos desde una camioneta, pastelitos de dulce de membrillo
arrojados desde el obelisco por las huestes de De Vido, una
telenovela de carácter histórico en cadena nacional protagonizada
por Andrea del Boca, mil bailarines de malambo sacando chispas en las
avenidas de la ciudad de Buenos Aires, invocaciones huecas a la
Patria Bolivariana y denuestos hipócritas contra los Estados Unidos.
Latrocinio y Fiesta: lo que tanto nos divirtió durante la década
pesada. Sencillamente interrogo lo que vimos por televisión.
¿Quién podía invitar a los festejos
del Bicentenario al Rey Emérito de España, cruel cazador de
elefantes? Macri lo hizo.
¿Quién
podía recibir al penúltimo representante de la casa de
Borbón-Anjou, la dinastía que reemplazó
a los Austrias y que transformó las dependencias americanas de
reinos relativamente autónomos en colonias totalmente dependientes
de la Metrópoli, excluyendo de la
administración a los criollos, creando un nuevo virreinato (el del
Río de la Plata, en 1776) para mejor controlar el comercio y
estableciendo el cargo de Intendente para reforzar el control social
de las colonias? Macri lo hizo.
¿Quién podía incluir en los festejos
del bicentenario argentino a la banda militar del Reino de España,
que graciosamente sopló los vientos de la Marcha Imperial de Star
Wars (¿a quién no se le heló la sangre?) y, como si eso fuera
poco, finalizó su intervención con “Que viva España”? Macri lo
hizo.
La falta de sentido histórico (en
relación con el pasado, pero también con el futuro) de las
celebraciones fue tan evidente que casi no tiene sentido subrayarlo.
Mejor es subrayar que hacía frío, y que ya tenemos las cuentas de
electricidad y de gas para saber cómo es el comienzo de nuestra
tercera centuria.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario