Por Daniel Link para Perfil
Baja una serie nueva que mira
intermitentemente mientras atiende otros asuntos igualmente
triviales. Se trata de Sweet vicious, donde dos muchachas
emprenden una cruzada justiciera contra violadores en campus
universitarios estadounidenses.
Se queda pensando en el asunto y se da
cuenta de que, por lo general, lo que se escucha es el punto de vista
de las víctimas.
En algún sentido eso no alcanza para
comprender la persistencia de esa barbarie específica ni la función
de ese ritual en la economía libidinal del capitalismo global. ¿Por
qué se viola?
Recuerda una visita al elegantérrimo
Darmouth College, que tiene uno de los índices más altos de
violaciones dentro del campus. ¿Quiénes se forman allí?
Principalmente, quienes irán a trabajar a Wall Street, la crema y
nata del capitalismo financiero.
En Harvard (donde está ambientada la
serie que desencadenó su pensamiento) se forman en primer término
los abogados que definen no sólo las relaciones jurídicas de vida,
sino las condiciones de la explotación capitalista.
El punto de vista del violador podría
explicarse a partir de un “No es para tanto..”. La violencia
ejercida para demostrar una relación de poder a través del sexo, la
cosificación del otro, es un íntimo ritual necesario para
insensiblizarse en relación con todos aquellos a los que,
periódicamente, el capitalismo arroja en la desesperación (2008,
etc.). Las Fraternidades son escuelas de crueldad en las se forman
los psicóticos americanos de mañana, los hombres de los negocios y
la política.
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