Por Daniel Link para Perfil
La política argentina se ha entregado
a lo predictivo. Las manifestaciones de protesta ya no toman como
referencia a tal o cual decisión soberana (que implique la
vulneración de un derecho o el acrecentamiento de las desigualdades
sociales) sino la mera posibilidad de que algo pudiera suceder en esa
dirección. Preventivamente, se sale a la calle, se firman petitorios
y se envían mensajes de whatsapp.
Como en Argentina todo lo malo que
imaginar se pueda termina sucediendo, no hay nada censurable en el
escándalo previo o en la manifestación contra un futuro hipotético
(estamos en contra de 1984). Pero tal vez se trate de
alharacas que terminen debilitando la estrategia de resistencia al
poder de la derecha en el poder.
Si la ciudadanía se manifiesta en
relación con una predicción (“el segundo paso será quitar el
impuesto a los cableoperadores, o sea transferir esos recursos a las
multinacionales. Si eso sucede...”), en efecto, la predicción no
cumplida termina por socavar los fundamentos mismos de la protesta.
Mejor es manifestarse en relación con
lo concreto: el desmedido aumento de tarifas que afectan a los
servicios públicos, el desprecio por la situación que atraviesan
vastos sectores laborales como el de los docentes de todos los
niveles del sistemas educativo público, la demora en instrumentar la
llamada Reparación Histórica y el laberíntico burocrático que
supone acceder a ese presunto beneficio, el nombramiento de amigos y
entenados en puestos claves de poder (que es lo que parece haber
sucedido en el INCAA, y no otra cosa).
Sin un diagnóstico certero de lo que
sucede en tal o cual organismo, es complicado tomar una decisión (a
favor o en contra de las medidas cuyo sentido se supone). En el INCAA
le pidieron la renuncia a su director, que había sido propuesto por
los lobistas de la industria cinematográfica. Legítimamente, el
Estado consideró que la dirección o la velocidad o la imaginación
que imponía a sus funciones no eran las que de él se esperaban. O
sea: se prefiere en ese lugar a un amigo que cumpla a rajatabla las
indicaciones que se le suministren. ¿Incluirán esas indicaciones la
afectación de las fuentes de financiamiento del INCAA? Naturalmente
no, porque esa decisión no es competencia del director de ese
organismo, como no es competencia del director académico del ENERC
(y así lo subrayó en su carta de renuncia a su cargo el Sr. Rovito)
intervenir en los procesos de contratación de proveedores para
refacciones edilicias y adquisición de equipos.
Salir a gritar que el lobo viene de
aquel lado es un error estratégico porque pone a todos a mirar en
una dirección equivocada. En verdad, el lobo ya está entre
nosotros, disfrazando su interés empresarial por el ocio y sus
derivados con la máscara del amigo de las artes, las salas de
teatro, los libros y los museos.
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