Quince tesis sobre el arte contemporáneo
Por Alain Badiou
2. El arte no puede ser meramente la expresión de una particularidad (sea étnica o personal). El arte es la producción impersonal de una verdad que se dirige a todos y cada uno.
3. El arte es el proceso de una verdad, y esta verdad es siempre la verdad de lo sensible o sensual, de lo sensible como sensible. Esto significa: la transformación de lo sensible en un acontecimiento de
4. Hay necesariamente una pluralidad de artes, y aunque podamos imaginar las maneras por las cuales las artes pueden intersectarse, no hay manera de imaginar la totalización de esa pluralidad.
5. Cada arte se desarrolla a partir de una forma impura, y la progresiva purificación de esa impureza constituye la historia a la vez de una verdad artística particular y de su agotamiento.
6. El tema (sujeto) de una verdad artística es el conjunto de trabajos que lo componen.
7. Esta composición es una configuración infinita, que, en nuestro propio contexto artístico contemporáneo, constituye una totalidad genérica.
8. Lo real del arte es la impureza ideal concebida a través del proceso inmanente de su purificación. En otras palabras, la materia prima del arte está determinada por el inicio contingente de una forma. El arte es la formalización secundaria del advenimiento de una forma hasta entonces in-forme.
9. La única máxima del arte contemporáneo es no ser imperial. Esto también significa: no tiene que ser democrático, si la democracia implica conformidad con la idea imperial de la libertad política.
10. El arte no-imperial es necesariamente arte abstracto, en este sentido: se abstrae de toda particularidad, y formaliza el gesto de la abstracción.
12. El arte no-imperial debe ser tan riguroso como una demostración matemática, tan sorpresivo como una emboscada en la noche, y tan elevado como una estrella.
13. Hoy el arte sólo puede hacerse a partir de eso que, en lo que al Imperio se refiere, no existe. Con su abstracción, el arte vuelve visible esa inexistencia. Esto es lo que gobierna el principio formal de cada arte: el esfuerzo por volver visible para todos y cada uno lo que para el Imperio (y por extensión, para todos y cada uno, aunque desde un punto de vista diferente), no existe.
14. Puesto que confía en su capacidad para controlar el dominio entero de lo visible y de lo audible a través de las leyes que gobiernan la circulación comercial y la comunicación democrática, el Imperio ya no censura nada. Todo arte, y todo pensamiento, se arruina si aceptamos el permiso de consumir, de comunicarnos y de gozar. Debemos transformarnos en impiadosos censores de nosotros mismos.
15. Es mejor no hacer nada que contribuir a la invención de vías formales para volver visible lo que el Imperio reconoce ya como existente.
Lector frecuente de Mallarmé y de quienes navegan en su estela ("me apoyo en Mallarmé para abrigar mi soledad", escribió), Badiou ha propuesto "la existencia de cuatro tipos de verdades: científicas, artísticas, políticas y amorosas". Por supuesto, entre unas y otras, todas las intersecciones posibles. Así como el filósofo trabaja por amor a la verdad, no hay verdad del arte que no pueda entenderse, al mismo tiempo, como una verdad política, tal como estas"?15 tesis" proponen.
Las últimas siete tesis (9-15), aún con todas las sutilezas que presentan, repiten posiciones más o menos conocidas desde el alto modernismo. Sin embargo, la última frase de la tesis 14 ("debemos transformarnos en impiadosos censores de nosotros mismos), puesta en correlación con la tesis 15, impresiona vivamente por el ascetismo al que convoca.
Es como si Badiou retomara el examen de una posición (la posición-Bartleby: "preferiría no hacerlo") en el punto donde Deleuze la había abandonado. Tal y como lo entiende Badiou, el arte ("el arte contemporáneo") debería entenderse como el final (límite o umbral, según se prefiera) de la subjetividad y del estilo: "la producción impersonal de una verdad". Esa definición podría ponerse legítimamente (Badiou es un lector obsesivo de Lacan) en correlación con el proceso de destitución subjetiva que el psicoanálisis supone (la total exteriorización del yo, la voluntaria asunción de la propia no existencia), pero tal vez podría entendérsela mejor en relación con el programa beckettiano-foucoultiano: "qué importa quién habla" y aún (puestos a violentar el pensamiento de otro, para qué detenerse) con el "devenir imperceptible" postulado por Delueze y Guattari en sus grandes síntesis teóricas.
Si es cierto que de ese modo Badiou se vuelve mucho más nominalista (el arte no es, pero hay arte) de lo que él mismo estaría dispuesto a reconocerse, no menos cierto es que de ese modo se elimina el riesgo de leer sus tesis en relación con un horizonte clasicista y universalizante. Y, sobre todo, así se entiende mejor su demanda de una "ética aristocrático-proletaria".
3 comentarios:
Me interesaría ver el texto original de estas tesis.
Ricardo Pochtar
arte contemporaneo, nunca lo habia pensado
ah!
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