sábado, 13 de marzo de 2010

Cold Case

por Daniel Link para Perfil

El único obstáculo para que El secreto de sus ojos ganara el Oscar a la mejor película extranjera era Pablo Rago (su actuación, su maquillaje). Justo es decirlo, esas inadecuaciones quedaron sepultadas debajo de las deslumbrantes performances de Soledad Villamil, Ricardo Darín y Guillermo Francella, sin las cuales la película de Juan José Campanella se nos habría revelado sólo como lo que es: un episodio de una serie norteamericana de tema legal (un drama de cortes) alrededor de un viejo caso cuya resolución se muestra como ejemplo del modo en que la historia, esa pesadilla, oprime la mente de quienes han conseguido sobrevivirla: una ética.
¿Qué significa que El secreto de sus ojos ganara el premio más famoso de la industria cinematográfica? Un reconocimiento, es decir: una forma de comprensión según la cual aquellos que la votaron como "la mejor película extranjera" (esa desmesura) se reconocen a si mismos al mismo tiempo que reconocen en la película algo que los interpela. Sin ese juego de identificaciones, lo sabemos, el cine no existiría y tampoco se sostendría el alucinado mundillo de las premiaciones, las glorias y las celebridades.
Antes del Oscar, la película de Campanella había ya sido recompensada por las audiencias que, en Argentina, alcanzaron cifras históricas.
Habría, aparentemente, una coincidencia entre el público argentino y los miembros de la Academia de Artes Cinematográficas que le dieron a Campanella y Telefé la preciada estatuilla: esa alianza (esa complicidad) vuelve a plantear complejos procesos de identificación. Al reconocerse en una película, el público no hace sino mostrar en qué patrones genéricos su percepción (¿de la ficción cinematográfica?) ha sido formada. Al mismo tiempo, al aceptar una determinada resolución de los conflictos (amorosos, penales, políticos e históricos), revela cuál su horizonte ético: la reparación (a toda costa) de la falta, la memoria como motor de las acciones y el cumplimiento del propio destino como una condena de por vida.
Se pretenderá que esa ética que atraviesa las circunstacias políticas (sin dejar de ser arrastrada por ellas) está fundada en un puñado de lugares comunes de discurso (los mandamientos bíblicos, entre ellos). A esa objeción no hay argumento que oponerle, salvo que Campanella (entrenado como pocos en los modos narrativos de los géneros de masas) no ha querido sino urdir una ficción que se sostuviera como una mota de polvo en el aire a partir de todos los lugares comunes del caso, entre los cuales la discreción y la moderación cumplen un papel fundamental.
El secreto de sus ojos es una película moderada y discreta, lo que tal vez la vuelva para muchos insatisfactoria como forma de arte. Comparada con La historia oficial, sin embargo, en la que todo era desmesura, indiscreción, maniqueísmo y subrayados enfáticos, la película parece balbucear algo sobre la imaginación argentina (si tal cosa existiera) a propósito de la historia y sobre los modos de vivir juntos (condensados en un plano fraguado de Isabel Martínez de Perón): no nos identifica el amor, sino el espanto.

11 comentarios:

Pil dijo...

Link, ¿No te parece demasiado decir que la performance de Francella en "El secreto de sus ojos" es "Deslumbrante"???? Al menos que pienses lo mismo de su actuación en "Casados con hijos" o "Poné a Francella"(lo que pondría bastante en tela de juicio tu gusto estético). Desde mi punto de vista, Francella no es actor, sólo se dedica a realizar bufonadas donde quiera que esté.

La pequeña Lulú dijo...

No entiendo por qué todo el mundo le pega tanto a Rago (o lo ignoran, que es peor), para mí estaba bien en ese papel. Y es el maquillaje de TODOS el que es abominable, cuando los quieren hacer envejecer parece que los hubieran revocado con Ceresita. Será que la imagen del propio Pablo Rago no resulta querible, y entonces parece que pegarle es cool. Pero para mí estaba bien, no será De Niro pero estaba bien. Por otra parte De Niro se enchoteció bastante.
Sobre por qué de algún modo Hollywood premia algo con lo que los argentinos nos identificamos, supongo que no se está premiando todo el paquete sino una intersección de cosas, una porcioncita en la que coincide el gusto yanqui con el gusto argento. Yo también puedo sentirme identificada con alguna cosa (cuesta, pero es posible) que vea en una película de Hollywood, y no sería como argentina que me estaría identificando.
No es una gran película, yo no pensaba que estuviera para el Oscar, pero después ante el hecho consumado pensé: el Oscar ha recaído sobre cada bodriazo... ¿por qué no sobre esta película bien hechita?

Jehanne dijo...

Certissimo. Gracias por la nota, hay algo para pensar en la "moderación" que Ud. meciona.

Agustín Molina dijo...

Estoy de acuerdo con vos, respecto de la mesura, y la cosa chiquita y adrede de Campanella.
La película me pareció chiquitita, porque había leído el libro de Eduardo Sacheri (La pregunta de sus ojos), que me pareció un libro TREMENDO.
Y cada cosa que "molesta" de la película -encuentro en el ascensor con el killer, aprete en la indagatoria, final de la historia- son precisamente, lo que se cambió del libro.
De todos modos, qué querés que te diga, me gustó más este Oscar que el del '86 (es casi como la diferencia entre el Mundial 78 y el del 86: este parece más un premio a la película que a la historia oficial del país.)

La pequeña Lulú dijo...

Anoche vi Blind side, la paparruchada por la cual la Bullock se adjudicó un inexplicable Oscar por mejor actriz (a menos que la explicación sea que se premió el fracaso en tratar de replicar el personaje de Erin Bronkovich, cosa que ya estaba impedida por el guión). Después de esa pesadilla, le daría 78 Oscars a Campanella, y 54 a Soledad Villamil. Mi único consuelo es que me será descontado de mis días de purgatorio. Créanme que al lado de esto, sólo la secuencia en la cancha de Huracán estaba para el Oscar, el oso de Berlín, la palma de oro en Cannes y no sé cómo se llama el de San Sebastián. Evidentemetne no nos curamos del vicio de esperar de Hollywood más de lo que está dispuesto a dar.

Anónimo dijo...

che dani... Y de nabokov no habla nadie??? como puede ser que nadie diga que es una peli basada en un relato (russian spoken here)de nabokov??? tiene hasta los mismos diálogos.. no digo que copiar esté mal ni nada de eso.. te pregunto.. de eso no se habla??? no parte de ahi el tema del gusto "americano"???
Beso
Ariel Schettini

laura dijo...

Un libro tremendo... ¿elogio o crítica?

Don Emi dijo...

"Juanjo" no es futbolero...
...hpuchah...
...entonces su programa reconciliatorio radiolandés consiste en purgar su culpa("partícula de tiniebla"-Georgie dixit, Willie alicuius aferre-) ante TAMAÑA afrenta por via de sistemática productividad tablonera. Le sale de taquilla, y a eso no hay polaco que se resista.

Agustín Molina dijo...

un libro tremendo... es un elogio! (que quizás esconde una crítica a la película)

Anónimo dijo...

no me parece que Pablito haga nada diferente o discordante con el resto de la peli, t guste ésta o no... y digamos q me resulta bastante mas "querible" q el insoportable del Ponemefranchela...

Aline Miranda dijo...

Me quedé muy enamorada de esa película (puedo estar exagerando por no conocer tanto la lengua). Pero la miré una vez. Después más dos en clases de lit.hispanoamericana. Y después la llevé a una persona especial para mirarmos juntos. (sé que el verbo mirar no está bueno...)
Pues que, la "asistí" muchas veces y siempre quedo feliz con el tiempo "perdido".
Me encanta Darín y Soledad (que aun canta!)
Buenisimo, que bueno del oscar, que sea.