por Daniel Link para Perfil
Tal vez tenga razón Rafael Spregelburd al señalar que "la diferencia entre el Viejo Continente y el nuevo es sensata". Pero tal vez también sea cierto que esa misma sensatez, que pone a los procesos históricos como madre de todas las diferencias y repeticiones, embrolle todavía más el panorama. Porque para representarse a si misma, como quiere Spregelburd, la cultura europea necesita de dos espejos simétricos, América y Asia, a los que respectivamente considera (en Tristes Trópicos, Lévi-Strauss estableció el sistema) el pasado y el futuro de la humanidad (entendida como esa cosa típicamente europea). Somos, para los europeos, el pasado, y les llevamos con nosotros un espíritu festivo, una sensación de cosa no reglada del todo, el permanente derrame hacia los márgenes de las codificaciones: la montonera y la indiada. Eso es lo que les gusta de nosotros (un nosotros que sólo ellos son capaces de sostener con tanta inocencia): la mescolanza de lo alto y lo bajo, lo trágico y lo cómico, lo público y lo privado. El teatro de Spregelburd les parece, en ese punto, el ejemplo más acabado de esa mixtura que ellos ya no pueden mirar sin melancolía. ¿Qué entenderán de tales desenvolvimientos culturales? Ellos, que se reservan el lugar de supuesto saber, pretenden poder categorizarlo todo y hacen, de los buenos salvajes que a sus ojos somos, motivo de entretenimiento. Nos alaban, nos envidian y nos reclaman la ficción, la gracia, la imaginación portentosa y desmesurada. Pero en cuanto la conversación se corre un ápice hacia cuestiones estatales, mueven la cabeza con pena. Ay, ay, ay: cómo les cuesta entender nuestras políticas.
Paranoia, de Rafael Spregelburd, no hace sino presentar eso al público europeo: las inteligencias superiores, para no destruir el planeta, reclaman un tipo de ficción que supone al mismo tiempo la variación infinita, el reconocimiento, la impersonalidad y la generalidad (pero no, nunca, la universalidad).
Para decirlo de otra manera, el eurofascismo cotidiano encuentra hoy un límite en los desbordes sudamericanos (sean éstos de llanura, de selva o de montaña). Sólo nosotros salvamos al mundo de su inminente catástrofe.
G. A . C. G: una literatura sobreviviente
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"Conversación con Césare Gárboli. Eneas, aquel que ha sobrevivido a sí
mismo, que comienza su historia cuando ésta ya ha terminado, como personaje
emb...
Hace 6 horas.
12 comentarios:
El eurofascismo cotidiano encuentra en nosotros monitos diestros en acrobacias fisicas e intelectuales, cachorros simpaticos capaces de reconocer el huesito pero no el amino hacia el huesito, criaturas infradotadas- aunque ellos han hecho lo imposible por ilustranos- que a pesar de nuestra gracia no llegamos a entender sus procesos politicos.
Desprecian nuestras destrezas y cuando las advierten, es siempre bajo el tamiz de la compasion, como un asistencialismo catolico que ve en la mucama que hace la secundaria de noche la maravilla del progreso a destiempo, merced al estimulo de la patrona.
La Europa de hoy apesta.
Ignoro si alguna vez no lo hizo. En cualquier caso y en respuesta a la pregunta que hoy se hacen con la plaga de sudacas y africanos:?que haremos con ellos? dan ganas de contestar: preocuparos por lo que haremos nosotros con ustedes, cuando llegue el desastre.
Con seguridad sera algo mas que world music para vuestros livings.
vos te la bancás?
No aviven gringos que después son gurúes finitos.
Además la blancada extravió entre los anillos volutivos de su exacta munición (y en eso su hi rupestrismo siamés, "fedele como un cane")algo de lo que nosotros y nosotras todavía no nos hemos apoderado raudos y raudas: la celebración de existir, culturalmente siendo/hablando. Yo nos saludo.
(Mas tardeee)
¡Cómo se los tengo que decir!:
¡JU-I-RA HU-IN-CA!
(de este lado del monstrador)
no me contestaste.. decime, te la bancas? no es insoportable?
se fue para arriba, como pedo de buzo
bueno, arriba.. es una forma de decir...
escribi algo lindo
Sr. Link,
Me parece una manera muy obtusa, al menos en este artículo, de contemplar del otro lado la compleja realidad europea (cuál no lo es) y reducir todo tipo de categorías a la mínima expresión.Su artículo resulta del todo panfletario y reduccionista, pues sólo atiende y da crédito al bombo y platillo, a la realidad complacida de los periódicos.
Creo que como buen crítico que es debería ahondar un poco más en esós discursos minoritarios que son silenciados por el ruido mediatizado/mediatizador.
No le voy a quitar razón en algunas cosas que dice, pues la tendencia dominante a estas horas en la vieja Europa tiene cierto viraje peligroso. Sin embargo, no creo que el mundo se divida en buenos y malos, o en buenos indígenas y malvados colonizadores. Mi querido Sr.Link la corrupción globalizada está en todas partes.
Estas palabras son sin ánimo de ofensa alguna, aunque le rogaría que pese a que la mayor parte de los lectores de su blog sean argentinos y probablemente afines a su visión malignificadora, siempre puede caer algún europeo por estos lares interesado verdaderamente en los claroscuros de la política mundial.En ocasiones la práctica autocrítica amplifica mucho la mirada.
Un saludo desde Barcelona
Era una cachada...
Bien, como cachada que fue, consiguió su efecto provocador; chanzas al estilo de Marechal, enhorabuena. Ahora bien, no deja de llamarme la atención, sobre todo en los comentarios que genera, en especial el de emeygriega, con ese "nosotros" en referencia al ente argentino (nosotros, los argentos; ellos, la blancada - nosotros, los monitos; ellos los gorilas). Categorías estereotipadas...Me parecería más acertado un nosotros general de pringados, y un ellos - los de la guita, y las instituciones- los turros y chorros. El poder, como decía Foucault, fluye hacia arriba y hacia abajo, a un costado y al otro, se entremezcla y eso nos caga a todos. Si llegamos a zafar todos juntos será/sería grandre.
Salud!
"Si el rostro es Cristo, es decir, el Hombre blanco medio-cualquiera, las primeras desviaciones, las primeras variaciones-tipo son raciales: hombre amarillo, hombre negro, hombre de segunda o tercera categoría. También ellos serán inscritos sobre la pared, distribuidos por el agujero. Deben ser cristianizados, es decir, rostrificados. El racismo europeo como pretensión del hombre blanco nunca ha procedido por exclusión, ni asignación de alguien designado como Otro: mas bien sería en sociedades primitivas donde se percibe al extranjero como "otro". El racismo procede por determinación de las variaciones de desviación, en función del rostro del Hombre blanco que pretende integrar en ondas cada vez mas excéntricas y retrasadas los rasgos inadecuados, unas veces para tolerarlos en tal lugar y en tales condiciones, en tal ghetto, otras para borrarlos de la pared, que nunca soporta la alteridad (...). Desde el punto de vista del racismo,no hay exterior, no hay personas de afuera, sino únicamente personas que deberían ser como nosotros, y cuyo crimen es no serlo.(...) El racismo jamás detecta las partículas de lo otro, propaga las ondas de lo mismo hasta la extinción de lo que no se deja identificar (...). Su crueldad sólo es equiparable a su incompetencia o su ingenuidad"
(Gilles y Felix)
¡Destos lares, un ex caido abraza en noción del s´encontramo!
A pringar mi amor, Chin-Chin.
Y sí, en ello seguiremos...
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