Por Daniel Link para Perfil
Le escribe su amigo cordobés, que ha
estado mudándose a la punta de la montaña, lejos del campus donde
trabaja. Le dice que está gordo y barbudo, buscando a su tercer hijo
en medio del bosque. Piensa que va a contestarle que deplora las dos
primeras circunstancias, pero seguramente las anotó porque son el
índice de su felicidad.
Le escribe, su amigo, para reportarse
vivo desde su retiro y para felicitarlo por las novedades familiares.
Cada uno, le dice, a la distancia, forma parte del cotidiano del
otro. Agrega unas pinceladas de color local: tiene una familia de
cuatro osos viviendo en el bosque de la propiedad (además de
coyotes, pavos salvajes y los ya molestos ciervos). Le cuenta, de
paso, que en dos semanas recibirá a Cecilia, Marta y Verónica,
líderes del movimiento “Ni una menos”. Le dice que esa visita
fue consecuencia de una columna suya en Perfil, la que salió
publicada el 21 de enero de 2017 precisamente con el título “Ni
una menos”. Entre aquella columna y ésta, él ha visto otra serie,
Broadchurch, que en su tercera temporada le dio respuesta a su
reclamo de entonces: ¿cuál es el punto de vista del violador? Al
final de Broadchurch el violador serial es atrapado y dice:
“no eran vírgenes”, “fue divertido”, “la sensación de
poder”, “usé condón”, todo con una sonrisa, como si no
entendiera por qué tanto escándalo.
Pero no es eso lo que le contesta a su
amigo cordobés, ahora gordo y barbudo, sino que le reprocha al
amparo del “efecto mariposa” la invitación a esas tres amigas
suyas porque una de ellas canceló la participación en un panel que
él organizaba y otra abandona a la mitad un curso que él deberá
cubrir para que ella pueda viajar a Darmouth. Por un momento piensa
decirle “¡Que se vayan todas!”, pero elude el sarcasmo y elige
una formulación que no lo aleje tanto de la causa común: “Ni una
más”, y se promete medir, en el futuro, sus aleteos de mariposón.
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